A veces dos exclusivos minutos le dan sentido a todo el día, o a una semana, o a las últimas quince tormentas y naufragios.
En ocasiones unos ojos aclaran el cielo más nublado del último siglo, los charcos más densos del mes y tanta lluvia.
En ocasiones unos ojos aclaran el cielo más nublado del último siglo, los charcos más densos del mes y tanta lluvia.
De repente, aunque uno pueda intuirlo en breves destellos si se hubiese parado a pensarlo adecuadamente, el invierno puede mandarse al carajo en el nacimiento de un escote concreto.
Hay instantes que nos dan en todo el rostro como si nos hubiésemos golpeado contra un enorme cristal blindado y siguiésemos sonados durante un buen rato después.
A veces puedes compartir el sueño a distancia, y al despertar seguir manoseando los minutos que te separan de tus labios favoritos.
A veces puedes compartir el sueño a distancia, y al despertar seguir manoseando los minutos que te separan de tus labios favoritos.
En ocasiones descubrir lo que te gusta puede mostrarte, sin querer, lo que te define y te desquicia, lo que podría ser un resumen desvencijado y extenuado en una conversación absurda en una barra de bar en mitad de la madrugada junto a una desconocida.
Hay momentos que destiñen la ciudad y la dejan desastrosa, con las calles malencaradas con el rimel corrido y gritando paranoica que no la abandones precisamente ahora.
A veces todos los hilos inservibles y desmembrados por todos lados, el mundo abierto y tantos escenarios girando a la vez se pueden resumir y acabar en el roce perfecto de una piel deseada y en unos segundos de respiraciones entrecortadas que valen por mil noches sin sentido ni destino.
A veces todos los hilos inservibles y desmembrados por todos lados, el mundo abierto y tantos escenarios girando a la vez se pueden resumir y acabar en el roce perfecto de una piel deseada y en unos segundos de respiraciones entrecortadas que valen por mil noches sin sentido ni destino.
En ocasiones el mundo que no tendrás entre las manos está dentro de unos vaqueros y su olor se queda entre tus dedos toda la noche.
Hay momentos tan potentes, aún sin apenas duración, tan irónicamente retardados o encaprichadamente demorados, que llevan tus ganas al borde de una azotea.
A veces, en ocasiones, hay momentos tan irremediablemente inevitables y deseables, que te desnudan de lo inservible y te muestran lo que no vas a ser.
Resonando: Los tesoros imposibles_Huecco.
Hay momentos tan potentes, aún sin apenas duración, tan irónicamente retardados o encaprichadamente demorados, que llevan tus ganas al borde de una azotea.
A veces, en ocasiones, hay momentos tan irremediablemente inevitables y deseables, que te desnudan de lo inservible y te muestran lo que no vas a ser.
Resonando: Los tesoros imposibles_Huecco.