20 julio 2009

En septiembre


En septiembre.....más, mientras tanto, disfruten de todo lo que quepa en los ojos, las manos.....

Resonando: todo lo que cabe en un mp3

12 julio 2009

Un momento sólo...

Será sólo un momento, lo que tarde en darme la vuelta sobre el colchón envenenado, a estas alturas, para el desguace. Será sólo un momento, lo que tarde en desenmarañar mis dedos de aquella batalla de cremalleras rasgándose y susurros. Será sólo un momento, lo que tarde en descontar los calendarios que se fueron acumulando sobre aquellas copas vacías que no escondían nada, ni siquiera mi voz. Será sólo un momento, lo que tarde en desenredarme de las carcajadas y la intuición, para volver a descreer en algún rincón con espasmos violetas, cruzando las ventanas.

Y no llevará más que un momento, un instante que gira formando volutas alrededor de un minuto extraño, el que hizo explotar todo, el que duró lo que duran las cosas que siguen doliendo cuando cambia el tiempo, cuando se caen las banderolas en los pueblos tras las fiestas, al acabar un verano cualquiera, una semana más, otro día sin contar.

Y no llevará más que un instante, un momento que se vuelve a repetir como esos recursos con nombre francés, que dicen que son engaños de la memoria, del cerebro, todo eso que no quedará cuando ese minuto extraño termine de girar en su propia espiral insidiosa, que no se detiene todavía, pero que sólo durará un momento más.

Todo tiene un momento, su instante, su segundo o minuto extraño, su esquina tras la que no se volverá, la estación abandonada, el círculo concéntrico terminado, las avenidas que terminaron de cruzarse, por el lado más peligroso y alejado del paso de cebra, los párrafos aglomerados en el estómago, las palabras que se perdieron en un día de vendaval, y que cruzaron el océano de varios meses para prenderse fuego una tarde cualquiera en que no podía esperarse nada y sin embargo llegó ese minuto extraño que lo cambió todo.

Sólo será un momento, lo justo para terminar de embalar, para terminar de contarse las cosas que uno se tiene que contar, para no volverlas a decir, ni volverse a tomar demasiado en serio nada que pueda durar más allá de lo que hay al borde del colchón y que siempre lo pueden esconder unas caderas del fin del mundo. Será sólo un momento.

Resonando: Reloj de plata_Quique González

05 julio 2009

Algunas mesas sin limpiar


Un taxi que no sabe girar, una canción que no se ha escrito, una forma diferente de llorar a mediodía, los poemas que se escriben en mesas de blackjack, las aceras que no se pueden pisar, los aviones que siempre vuelven al mismo sitio, los colores que no se pueden explicar, una noticia en el telediario que nadie se cree, un olor colándose por la ventana y quedándose a dormir toda la noche, los enemigos que nunca declaran guerras ni muestran su rostro, las colmenas que aparecen en cada farola, las ciudades donde no cabe nadie, los supermercados sin estantes ni luz, los llantos de bebés que no saben sonreír, los terremotos que sólo siento yo, los temores que no tiene nadie, las palabras que suenan a cine clásico y a canciones baratas, los talleres donde se reparan costados y tristezas, las perezas amontonadas entre la ropa por planchar, las canchas de deporte donde nadie corre para no llegar demasiado pronto, los puentes donde hace demasiado calor para dormir, y las ventanillas llenas de vaho, cambiarse de ropa para no tener que cambiarse de ganas, serenatas de otros como recién casados, dudas que nunca tienen opción C, frases que arañan los labios y se derrumban contra el suelo, organizaciones sin objetivo pero repletas de gente, miradas que venden muy baratas sus miserias, susurros que se quedan en el aire y nadie recoge, la hora punta en mitad del desierto, los burdeles sin neones y a la luz del día, los surtidores de gasolina en medio del verano, un armario lleno de ropa que huele a naftalina, vendedores en mitad del otoño, cantantes que no se saben los estribillos, mujeres que visten sin ropa, sentencias que no se llegan a firmar, deudas mal hipotecadas en un sábado por la tarde, una televisión encendida que no mira ninguno de los dos, la cena fría, un espacio muy pequeño que parece gigante, la temperatura tan gélida en mitad de julio, un cumpleaños olvidado, un mensaje que nunca llega, teléfonos ardiendo, restaurantes sin plato del día, correspondencia sin sellos, murmurar por no callar, los recuerdos que tienes que anotar, los pájaros que se pierden en cualquier avenida, las cuerdas de tender, la ropa sin lavar, el sueño que no tuvimos, las ganas dejadas a plazo fijo, una caña sin aperitivo, un domingo lluvioso, unas vacaciones sin planes, una fiesta sin guardar, no haber nacido para ser el que se queda con la chica. Y todo lo que puede convivir en tu cerebro mientras no observas nada, mientras atardece y se hace de noche, mientras no eres capaz de hacer nada más.

Resonando: Nefertiti blues_Rebeca Jiménez


*Fotografía de Jim Wehtje