25 abril 2010

Todas las estaciones de tu estómago


Como el chocolate caliente que se derrama espeso y lento sobre la piel acalorada con el sol y refrescada lentamente con una ducha fría horas después, igual que una habitación en penumbra en mitad de una madrugada a la que se llega después de demasiados veranos indolentes sin unos labios que llevarse a la boca, o como una calle con dos farolas mentirosas que esconden entre la penumbra el comienzo de una tormenta difícil de digerir. Así son determinadas canciones espesas y reconfortantes, cuando las cazas al vuelo en algún sitio y te quedas con dos estrofas un invierno cualquiera en mitad de ninguna parte, y parecen quedarse descansando en tu memoria como si tal cosa, para volver, varios años después, al borde de tus labios, mientras alguien a quien hacía mucho que no veías, te redescubre la mejor manera de llevar unos vaqueros.

El soul más delirantemente cálido tiene la cualidad de poder formar parte de la noche más letárgica de un verano indefenso, o de la madrugada más íntima de uno de estos inviernos preferidos que están por llegar. Cuaja del mismo modo con el sonido de fondo de las olas rompiendo en una playa desconocida que no volverás a pisar mientras el sol permanezca suspendido en su telaraña que con el delicado sonido que suele hacer la ropa interior en las habitaciones donde se juega a la ruleta rusa con los botones de los pantalones, forma parte indisoluble de una baño lento y suave que se remansa en los costados que recorren los dedos contrarios, o de un combinado espumoso mientras el roce de dos piernas al cruzarse emiten melodías que sólo el oído más avezado en sus sinfonía puede escuchar con claridad.

Hay voces pergeñadas para convertir la extensa comarca que comprenden dos orgasmos, en un universo donde habitan las formas redondeadas que eres capaz de reconocer con los ojos cerrados y recuperar lo que nunca supiste dónde se quedó aparcado.

Hay melodías con la suficiente cadencia gelatinosa como para acompañarte a algún lugar al que no supiste cómo llegar y en el que sin embargo, al descubrirte allí, supiste que era donde te esperaban desde siempre. Porque hay canciones que son capaces de contener todas las estaciones que sabe descifrar tu estómago.

Resonando: 100 days, 100 nights_Sharon Jones & The Dap-kings


* Fotografía: Peter Zander

18 abril 2010

Malviviendo


El otro día comentaba algo sobre nuestro modo de consumir medios desde hace unos años con el intensivo uso que Internet tiene cada vez más en muchos sectores de la población. Al hilo de ello, además del consumo, también se ha hablado, y se seguirá hablando, de las posibilidades que tiene como plataforma, como trampolín...pero no necesariamente debe serlo sin más, como trampolín para qué, porque cada vez pierde más sentido que algo que es bueno en Internet tenga necesariamente que acabar como hito máximo, estando en televisión. Afortunadamente, la creatividad y el talento no están, aunque muchos sigan creyéndolo, donde hace tiempo se suponía que debía estar. A veces no lo encontramos (no sólo tiene ventajas esto de los nuevos medios, también puede llegar a ser un aquelarre de mediocridad o sin sentidos), pero otras tenemos la fortuna, el golpe de click te puede llevar a los lugares más insospechados, y en ocasiones merece la pena, de encontrarnos con cosas diferentes, con talento, interesantes.

Desde hace un tiempo las series para televisión se han convertido en el reducto donde, siempre la opinión mainstream, se volvía a hacer buen cine, buenos guiones, buena dirección, los mejores actores acudían a encontrar todo eso...

Quizá el paradigma de todo eso ha sido la serie estadounidense The wire o Mad Men. No tengo ninguna objeción sobre ello, no las sigo intensamente, pero las he visto en mayor o menor medida. Pues bien, esas casualidades a golpe de ratón de las que hablaba antes, me llevaron hace unos meses a encontrarme con una serie con orígenes en otra casualidad, que se ha convertido en un acontecimiento cada vez que aparece un nuevo episodio. Es una serie amateur, impecablemente escrita, editada, producida, con una línea entre la ficción y la realidad deliciosamente gris, con personajes entre irónica y pulcramente delineados, con todo lo que una serie debe tener para engancharte sin más. Divertida, repleta de referencias endógenas y exógenas, protagonistas con roles complementarios, banda sonora original de calidad....no hay mucho más que decir. Acaban de finalizar su primera temporada, pero espero que haya muchas más...si tienen la ocasión y el rato, no se pierdan esta maravilla. “Malviviendo”. Desde el barrio de Los Banderilleros de Sevilla, el Zurdo, el Negro, el Postilla y el Caqui...una delicia de serie sin necesidad de más que ganas, imaginación, talento, creatividad, y un pelín de suerte. Así es “Malviviendo”.

Resonando:Falange men_The Glands

04 abril 2010

A little bit of dirty


Aunque en los últimos años, a una velocidad creciente, nuestro modo de consumir contenidos ha variado de manera brutal, hay algunos tics que se siguen manteniendo a pesar de ello. Uno de estos, es la forma en que determinadas campañas de publicidad consiguen dirigir la atención sobre determinados estilos de música, o simplemente, sobre algunas canciones.

Hace unos días vi un spot de una marca de ropa deportiva donde aparecía una canción que ya me gustaba en su original, y que escuché hace unos meses en su versión editada por un tipo que hace verdaderos malabares manoseando estos temas que ya son, de inicio, grandes. Y al reconocerla en el spot, pensé que volvía a darse esa situación una vez más en que la publicidad sirve colateralmente a lo que pretende.

Siempre habrá quien considere que tomar una canción y manosearla es una “herejía”. A mí, sin embargo, respetando el original de cualquier tema, me apasionan ciertas tendencias que consiguen convertir temas impresionantes en otra cosa, que a veces también me encantan, y que son diferentes. He hablado alguna vez de los mash-ups, resuenan al pie de algunas duermevelas remixes que me han llamado la atención por algo, y el primer disco que el sello Verve publicó con dos CDs allá por comienzos de este siglo, en uno de los cuales había temas originales de soul, jazz y R&B publicados por este sello en su momento (años cincuenta y sesenta en su mayoría) y en el otro CD esos mismos temas remezclados por DJs, consiguieron remixes que sonaban espectaculares, tomando a Nina Simone, Sara Vaughan o Ella Fitzgerald por ejemplo.

En este caso se trata de un productor y DJ francés, que se hace llamar Pilooski, que tomando los temas originales, los retoca, los manosea, les otorga otras cadencias y brillos, hasta volverlos de otro color. En este caso, el tema que ha utilizado esa marca deportiva, es un original de principios de lo setenta de Dee Edwards, pero si tienen ocasión, no se pierdan lo que este tipo hace con un tema de Elvis Presley, Crawfish, o de la misma Nina Simone, Take care of business, por tomar sólo dos ejemplos.

“Dirty edits” para seguir investigando, deleitándonos, buscando, inventando, nuevos modos de sonar, de escuchar, de respirar.

Resonando: Can't there be love_Dee Edwards on Pilooski edit


*Fotografía: Hans Neleman