06 diciembre 2010

La Baker


Por motivos que no vienen al caso, hace unos días le comentaba a una amiga algo sobre Josephine Baker. Me sigue sorprendiendo que siga siendo casi desconocida una mujer que además de un talento tremendo para el baile, el jazz o el swing, incluso para bailar el bebop, peleó de una manera completamente desusada para esa época, con casi todos los prejuicios que existían. Formaba parte de casi todas las "minorías" sobre las que se volcaban, y desgraciadamente aún se siguen volcando, la mayor parte de prejuicios. Era mujer, mulata, del opresivo sur de EEUU de entonces, y se dedicaba a las "variedades" por llamar de algún modo al tipo de espectáculos que ponía en escena, además de ser menor de edad cuando comenzó su carrera.

Desde los catorce años, después de ganar un concurso de baile, comenzó a bailar y cantar en clubs nocturnos, teatros de variedades...y a los dieciocho años actúa por primera vez en el Cotton Club de Nueva York, el local que era casi una cima del jazz en los años veinte en Estados Unidos. Pero los criterios morales que la sociedad norteamericana de esos años manejaba y, quizá, una actitud casi hiperactiva, la llevan a Europa, a los felices años veinte europeos que todavía casi no podían ni siquiera sospechar los terribles treinta y cuarenta que se avecinaban. Y qué mejor lugar para una personalidad inquieta, con un dominio absoluto del baile, la voz, su propio cuerpo, y el exotismo a la hora de moverse que el Folies Bergère de París. A partir de ahí su dinámica ya es explosiva, comienza a actuar en películas, posa como modelo y pin-up, monta su propio club, cualquier sala que se precie de serlo quiere contar con sus actuaciones...la segunda mitad de los años veinte y casi todos los años treinta están rodeados, en lo musical de ella.

Además de una voz extremadamente peculiar para cantar los temas de jazz, pero casi perfectamente diseñada para adaptarse al swing, o a los temas ligeros que también grabó, su modo de bailar, y sobre todo, la fina ironía con que mostraba, casi de manera despreocupada, su cuerpo fibroso y muy delgado para los estándares de aquella época, exudando una sexualidad salvaje casi en cada movimiento, la convirtieron, desde ciertos puntos de vista, en casi un espectáculo exótico. Sin embargo, en ningún momento parece que ella recelase, sino más bien lo contrario, aprovechando esa visión parcial que se tenía por entonces de lo extravagante, y añadiendo en sus números o películas un gran volumen de referencias africanas, árabes, en los ropajes, en los decorados de sus filmes, en las historias que contaba o cantaba, sin olvidar una cierta mezcla del vaudeville o la revista musical (los plumajes, la brillantina, el maquillaje...).

Por si no fuese suficiente, durante la segunda guerra mundial vuelve a Europa, y acaba formando parte de la resistencia francesa, peleando, en cierta parte desde su terreno, la diversión, la música, a hacer más soportable para los soldados aquellos años terribles. Durante finales de los cincuenta y sesenta siguió actuado en París y volviendo de vez en cuando a EEUU, finalmente detuvo en Cuba y realizó una gira mundial para finalizar su carrera.

Todo en ella acaba resultando fascinante cuando se mira con un poco de detalle, su conciencia social, su valentía, su talento, su capacidad para reinventarse y enfrentarse a lo establecido, al miedo de varios años acumulado en los bolsillos de miles de personas que con un mundo deprimido por la guerra, la crisis del 29, la miseria, las desigualdades y los prejuicios enormes entre clases, era casi un erial de creatividad, experimentos creativos e innovación. Pudo con eso y con todo lo que le salió a su encuentro, y sin embargo a estas alturas apenas es conocida, admirada, o simplemente una más entre las "divas" que en esas tres décadas que van de los treinta a los sesenta afloraron para hacer de la música algo todavía más grande. Sin embargo, resulta casi un modelo renacentista de talento en diferentes disciplinas.

Para verla, como siempre, Youtube es una fuente magnífica para recuperar aquellas cosas que no sabíamos que podíamos tener al alcance de la mano y poder recrearse en ello.

Escuchar, por ejemplo, "La petite Tonkinoise", puede convertir una mañana cualquiera en algo cálido, acogedor, una muestra casi artesanal de lo que conseguía hacer con su música y su personalidad Josephine Baker.

Resonando: La petite Tonkinoise_Josephine Baker

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