23 diciembre 2006

Té con chocolate

Apareció como por descuido. No la esperaba. Supongo que ella lo tenía planeado. Llamó a la puerta cuando empezaba a pensar en salir a dar una vuelta.
Sonaba música que envolvía toda la casa de un lento y suave algodón sonoro, y el incienso que había puesto a quemar unos minutos antes convertían la atmósfera en acogedora.
Preparé té y tomé una caja de bombones para acercárselos a ella. Cuando el té estuvo preparado lo coloqué en sus tazas y lo llevé al salón. Me miraba en silencio, pero no hacían falta más palabras, era suficiente verla allí, sentada cómodamente sobre el sofá, con la taza de té entre sus manos, que en estos momentos estarían ardiendo en sus palmas, y la mirada fija en mí.

Dió un sorbo lento a su taza y tomó entre sus dedos un bombón. Le dio un pequeño roce con su lengua y se lo metió en la boca. Lo saboreó unos segundos antes de volver a tomar un sorbo de su té. El calor de aquel líquido desharía sin dudar todo el chocolate, y entonces sus labios y su lengua serían aún más dulces que nunca.

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