24 abril 2008

De las cosas que acaban siendo imprescindibles

Como en muchas otras cosas cada uno tendrá su opinión, sus preferencias, la irrenunciable, la innegociable, y sin que sea una excepción, también en esto es así.

No me enamoré de esa canción en los breves segundos iniciales en que la escuché, como me pasa también con aquellas cosas que acaban siendo importantes de una u otra manera, al principio no son lo que parecen o lo que acabarán siendo, pero crecen poco a poco, se hacen realmente presentes, empiezan a colarse por los breves huecos del tejido de la ropa, por los espacios intercelulares, y se te agarran para quedarse.

Nos habíamos cruzado por última vez otro 18 de media docena de meses antes en un lugar que tenía un componente especial para mí, y sólo le afeé haber dejado precisamente esa canción sin tocar, quizá la guardaba para el momento adecuado, quizá.

Así que esta vez, de manera íntima, la esperaba en otro día 18 que los azares habían decidido cruzarnos de nuevo, también esta vez en otro sitio que resulta especial para mí, aunque sea por otras razones más profundas e inexplicables.

Y esta vez estuvo gigante, sin duda, por todo, por cómo cantó, por cómo estuvo la Aristocracia, porque la piel me pedía un concierto así, por las luces impresionantes que hicieron cada canción un mundo delicioso de texturas. Quizá por eso, cuando empezó a abrirse la cajita de música, todo se llenó de esa canción, porque es lo que tienen las cosas que importan, que cuando están, lo llenan todo sin apartar lo demás, simplemente lo llenan a lo grande.

Las tres láminas de luz blanca que como tela de gasa descendían desde lo más alto del fondo del escenario hasta las primeras filas y todo lo demás cubierto de rojo, de unos rojos densos, tan rojos como el último whisky con unas caderas fijas en la retina, tan rojo como las palabras precisas en el momento adecuado en las ausencias imperdonables en una noche que parece querer acabar en el vertedero, tan rojo como la respiración entrecortada del deseo contra la pared a escasos pasos de la cama, tan rojo y tan denso como el olor de dos cuerpos retorciéndose entre las sábanas, tan rojo como el aire que queda entre las manos unas décimas antes de subir la falda de tus sueños, tan rojo como los labios que no te sacian la sed más desastrosa, tan rojo como las ganas de perder la cabeza y empezar otra vez....Por eso, y por mucho más, la ciudad se devoraba a sí misma en mitad de la madrugada, pero alguien volvía a susurrar, esta vez en mitad de una enorme avenida...."estoy calado"....; porque hay cosas que llegan después, pero de las que no queremos desprendernos porque se convierten, desde ese mismo instante, en imprescindibles, aunque haya otras que llegaron antes. Y no siempre hablo de canciones.

Resonando: La cajita de música_Quique González
* Para leer la crónica de verdad del concierto, la maestra, Vega.

6 comentarios:

Tita dijo...

Sublime la cajita de música, creo que Quique González cada día es más grande, cada día hace canciones más grandes, de las que hacen que el corazón se vuelva inmenso, tanto, que parece que ya no va a caber en el pecho...ya luego se nubla la vista y todo se vuelve rojo, como tú bien dices.

Feliz primavera llena de rojo.


besos

vega dijo...

Lo de "maestra" me viene clarísimamente grande, pero de todas formas muchas gracias.

Me gusta tu post. Mucho. Pero no creo que te sorprenda en absoluto leer esta frase...

Y me quedo con las cosas que llegan después. Pero no queremos desprendernos... o no podemos o no sabemos. O todas a la vez.

Iraultza dijo...

Tita: no podría haberlo explicado mejor...y si, estoy completamente de acuerdo contigo. Besos rojos o del color que quieras.

Vega: no te viene grande, anda.....las cosas que llegan después....si, todo a la vez, ni queremos, ni sabemos ni podemos. Besos a la vez.

Giraluna dijo...

Aunque quizá el momento ya ha pasado (llego tarde al post oficial)y a pesar de que la resaca se ha diluido casi por completo, no quería dejar de decirte que todavía me quedan estrofas retumbando dentro, heredadas del viernes pasado.

:)

Elena -sin h- dijo...

Te odio mucho ;)

Iraultza dijo...

Giraluna: es que se quedan, estrofas, olores, notas...se quedan tiempo, muchos días, se agarran, fuerte, desde el otro lado del puente..si. Besos.

Elena: ja, dos cero no? ;-). A ver si me empatas, je. Besos.