20 abril 2008

Ni lo imaginan


Nadie sabe nada, ni siquiera lo sospecha. Tú eres tú, y yo soy yo. Como siempre, pero ahora quizá sea diferente.
Nadie sospecha nada cuando discutes entre esas paredes opacas y sale tu cabezonería juguetonamente disimulada, y buscas alternativas para encontrar una solución a algo absurdo. Nadie sospecha nada cuando te levantas despacio de la reunión y ocho o diez ojos te siguen hasta la puerta. Cuando caminas entre las mesas repletas de papeles y llegas hasta tu sitio, junto a esa ventana por la que te gusta mirar porque dices que te resulta placentero ver, en silencio, los tejados de la ciudad.
Tu compañera ni siquiera lo imagina cuando vais hacia algún restaurante y te dice otra vez aquello de "si sigues tan sola, vas a acabar amargándote, como el gilipollas de nuestro jefe".
Como tampoco lo imaginan tus amigas cuando después de la clase en el gimnasio en que no habéis hecho ni caso tomáis algo rápido de cena y os ponéis al día y tú no cuentas nada de algunas cosas, pero las escuchas con atención.
Ni aquellos tipos que te miran leer un libro en un rincón casi apartado de aquel café cerca de la oficina, y que utilizas a veces para aislarte de tanto jaleo.
No lo imagina la señora tan simpática que te saluda cada mañana al salir del portal, ni el tipo gracioso del quiosco, ni la muchacha de la recepción, ni los que te observan mientras tomas el asqueroso café de la máquina a primera hora, ni tu compañero sentado al otro lado del cristal, ni tu hermana cuando te pide consejo para cualquier cosa que se le ha ocurrido, o esos dos tipos que desde el otro lado de la mesa de reuniones te miran la frontera delicada que marca el último botón abrochado de tu camisa blanca.

Sólo lo sospecha la puerta del ascensor al abrirse, el sonido de las llaves cuando las sacas del bolso o el crujido leve de la puerta al cerrarse. El bisbiseo sordo al descalzarte, el cojín del sofá en el que dejas el abrigo, la madera que rozas con los pies descalzos mientras te acercas al dormitorio donde en grandes números rojos, un despertador te susurra lo tarde que es. Sólo lo sospechan esas cosas, y sólo lo sé yo, cuando te acurrucas a mi lado, ahuecando el edredón para colar tus manos y ponerlas sobre mi pecho mientras me dices al oído, después de haberme besado en el cuello, "me basta con saber que estás aquí, esperándome llegar, para que todo lo demás no importe demasiado".

Resonando: In journey_Gustavo Santolalla
*Fotografía de John Foxx

10 comentarios:

Poledra dijo...

:-) Y asi es perfecto,verdad?

Tita dijo...

Y aunque suene ontradictorio yo así lo veo más real, porque basta que se hable del tema, basta con que la gente te mire con otros ojos para nuestros sentimientos pasen a ser opiniones.

Gracias por la rebienvenida, vengo con fuerzas aunque no se note.

besos

Anónimo dijo...

Sublime.

AAN dijo...

De nuevo quiero ser ella para tenerte en mi cama y que todo lo demás se quede fuera del dormitorio...

Ánimo mañana lunes. Besos

vega dijo...

o sí lo imaginan... la gente a veces se da cuenta de las cosas y simplemente se calla observando divertida como los protagonistas creen que guardan un secreto
shhh

Giraluna dijo...

Quizá incluso no haga falta decir la frase final: con el abrazo y el beso en el cuello, las sonrisas cómplices, tú la miras, ella te mira... ya se ha dicho todo. Ese "te necesito para que todo lo demás no importe" ya va implícito. Aunque es verdad que nunca viene mal oirlo o ser tú quien lo diga.
Besos

Iraultza dijo...

Poledra: cierto, algunas veces, así, es perfecto.

Tita: puede ser tan real como la cantidad de realidad que quepa en esa burbuja, que puede ser mucha, toda o nada, normalmente depende de dos....y espero esas fuerzas. Besos con ganas.

Borja: abrazos.

Aan: bienvenida a la burbuja entonces, y no, no es que seamos tres contigo, je. Es una burbuja "personalizable" (espero que se me entienda).

Vega: o si, o no, o qué importa...a veces, cuando las cosas son así de íntimas, ni siquiera importa el hecho de que alguien se entere, quizá lo que realmente importa es hacer crecer cada vez más la intimidad, y que el ritmo sea el que sea, sin pregonar ni callar...solamente estar...o eso creo...los ritmos compartidos son normalmente algo muy personal y, al menos los que saben bien, dinámicamente "azarosos" (aunque suene contradictorio en sí mismo). Besos sin esconderse.

Iraultza dijo...

Respondimos casi a la vez, así que ahora el comentario es sólo para ti...como la frase para la del post....si, hay cosas que no vienen nada mal decirlas de vez en cuando, aunque puedan venir implícitas en según qué gestos, caricias, miradas...también conviene pronunciarlas, es otro modo igual de preciso de hacer saber...Besos sin decir.

Anónimo dijo...

Vaya... si todos supieran.

Me gustó perderme en tu blog.

Iraultza dijo...

Penélope: a veces ni siquiera importa si saben no? Me gustó verte perdida en mi blog.