28 diciembre 2008

Eclipse de lluvia

De fondo suena despacio e íntima esa canción, y el mediodía gris se tiñe de ese sabor raro que empapa los suelos de cualquier casa con esquinas donde derrapan las semanas. Y a pesar de todo, esos gestos mecánicos de pelar una cebolla, desnudar alguna mandarina o acomplejar un solomillo te acoge entre los brazos cálidos de un horno a más de doscientos grados que horada mis rodillas.

Alguien con un don especial para llegar cuando debe, me envía una fotografía y dos frases que aciertan directas en mis entrañas, como hace cada vez que se sienta a esperarme en el primer escalón de ese rellano que es nuestro palacio de tres metros cuadrados con mucha luz y buenas vistas a diez segundos del centro de nosotros dos.

Pulso el botoncito plateado con esa señal de más y la cocina devora sensaciones deportadas, motivos, pistoleros más valientes y lunas a un centímetros de tus brazos, y el sonido de alguna vajilla se evapora a la misma velocidad que mis dedos le dicen gracias a alguien tan lejos que está tan cerca.

La fuente de barro deja escapar algunos olores de los que me cuelgo, como ardiendo a un clavo, y ese líquido entre rojo y burdeos, se desliza en la copa dejando un tacto brumoso en sus paredes, y un tono algo más ácido de lo habitual en mi sonrisa, pero no impide que de vez en cuando se siga escapando contra alguno de los muros rechonchos de caminos sin destino, alguna estrofa de esas que se quedan entre los pliegues de la almohada cualquier noche que no dormí contigo.

Por eso, por todo lo demás, y por cualquier otra cosa que me anuda las ganas, el postre se deshace en un plato de colores neutros, mientras los titulares sobre una madrugada que probablemente no vaya a existir, se deslizan osados por cientos de kilómetros y deben enredarse en el mismo matorral esponjoso donde también se han quedado los deseos de esos dos ojos color miel, y la ausencia de respuesta deja flotando en el aire aquella frase..."...si no tengo billete de ida...".

Resonando: Ardiendo a un clavo_Quique González

2 comentarios:

Giraluna dijo...

Deberías haberme dicho que era esta canción la que sonaba, porque es una de las que siempre me deja huella por dentro cuando la oigo... Me sobra espacio en esos tres metros cuadrados y me faltan más noches para bailar... :)

Iraultza dijo...

...sabía que te diría algo esa canción, porque nada nos sucede sin más.....o no te habías dado cuenta? ;-) Si, sobra espacio, pero siempre podemos juntarnos más....y espero esas noches que llegarán, seguro. Besos por este lado.