15 febrero 2009

Los retales que forman las frases


Del mismo modo en que el olor reciente de la famosa magdalena del libro despertaba un recuerdo que acababa convirtiéndose en varios volúmenes del clásico, ocurre con la música, o una fotografía, un sonido, un olor, una referencia, o alguna palabra. Siempre me ha parecido especialmente curioso lo de esa última, esa asociación de alguna palabra con un momento concreto del pasado. Hace poco más de un año pasé una noche, más concretamente un rato de una noche, poniendo en un papel no sólo palabras, sino un montón de frases, preguntas, expresiones, que por alguna razón que todavía desconozco, recordaba que me habían dicho o había dicho yo a alguien en un momento determinado. Algunas de ellas ni siquiera era consciente de tenerlas almacenadas en mi memoria, simplemente salieron cuando hice ese pequeño esfuerzo de recordar frases o expresiones que en algún momento habían formado parte de una conversación, o simplemente de esos diálogos malbaratados que suceden algunas noches o mañanas peregrinas que no se sabe muy bien cómo acaban siendo así.
Obviamente todas ellas, al leerlas una vez acabé de escribir todo aquel patchwork de breves recuerdos resumidos, tenían alguna connotación específica, la mayor parte, descontextualizadas, no le dirían nada a alguien ajeno, o podría entender cosas diferentes a las que realmente quise, o quisieron decirme con ellas. Ni siquiera sé porqué, al borde de aquella madrugada, muy cansado y en un hotel a muchos kilómetros de mi casa, me puse a escribir aquello.

Analizándolo después, todas las frases tenían un lugar común, un punto que las hacía específicas, que las diferenciaba de los millones y millones de frases que podemos decir o nos dicen al cabo del tiempo, cada día. Se diferenciaban en que estaban asociadas irremediablemente a un momento concreto, a alguien concreto, a un periodo exacto y definible de mi vida, o a la mezcla de esas tres cosas, y además, podía establecer ese momento, persona o periodo en mi memoria (con la asumible fiabilidad que no siempre suele tener).

Ya digo que la mayor parte de ellas, leídas desde fuera, no ofrecen apenas información de porqué, cómo o quién, aunque fuese en abstracto, pero leídas unas cuantas semanas después, conforman una peculiar arquitectura de muchos pequeños momentos. Curiosamente, muchas de esas frases las recuerdo porque las mastiqué a posteriori, es decir, en el momento en que fueron dichas, no tenían ningún componente específico asociado, y fue más tarde, cuando la persona que me las dijo o a la que se las dije, fue formando parte de mí por unos u otros motivos, cuando esas frases se fueron realmente asociando al momento o a la persona, fueron realmente convirtiéndose en ese pedacito del patchwork completo que construí aquella madrugada.

Mientras el baño se llena de vaho y la música hace bailar la llama de cada una de esas cuatro velas en un rincón, una frase concreta en la que no había reparado hasta hoy, se acaba de hilvanar en ese mural de retales que acaban conformando algo más importante que cada uno de ellos por separado.

Resonando: Man on the corner's miracle_Genesis vs. Fragma (Mash-Up)
* Elaboración propia sobre una fotografía de Tsuneo Yamashita

3 comentarios:

Tita dijo...

Te voy a copiar el ejercicio "patchworkpalabro", me gusta la idea de crear recordando sin enlazar, y si enlazan ya es por su propia cuenta, a mí que no me miren.

Besos de noche fría

(s_gg) dijo...

Hay palabras que juegan a ser un punto de inflexión en nuestra vida. A veces sabemos que ocurrirá así justo antes de decirlas o nada más hacerlo y, en otras ocasiones,desde la distancia.

Creo que otra noche estaría bien recordar los silencios.

Un saludo.

Iraultza dijo...

Tita: copia, copia, que tiene sus enormes ventajas...y ya me contarás después. Besos calentitos.

(s_gg): también tienen su significado los silencios, enormes, densos, precisos, y en ocasiones hasta absolutos, daría para otro texto, si, tomo la idea...Gracias.