01 marzo 2009

Melodías en mitad de febrero

Hay melodías que a pesar de ser recientes son capaces de retrotraerte a mucho tiempo atrás, no porque se parezcan, o al menos no del modo más académico en que solemos utilizar esas similitudes, a ninguna otra que escuchamos en otro momento. Simplemente contienen elementos que por razones que rara vez somos capaces de desentrañar al detalle, nos huelen y saben del mismo modo que algo ocurrido hace años.

Hace unos días escuchaba uno de mis programas favoritos en la radio (la maravillosa tecnología nos permite escuchar en otros momentos más oportunos los programas de radio que en su momento habitual de emisión en directo no podemos), y de repente comenzó a sonar una canción muy sencilla, tremendamente simple, y sin embargo de esas que a los primeros acordes te dicen algo, algo más allá de la letra propia de la canción o de una melodía que por casualidad pudieses asemejar a algo. En los primeros acordes se cuelan por lo más profundo de tu memoria y son capaces de levantar bajo la capas más superficiales de ella parcelas enteras a las que hacía años que no volvías.

El sol de mediodía me rozaba el rostro a través de la ventanilla del coche, en estos mediodías recientes en que la primavera ha lanzado sus primeros trailers mientras en el calendario se sigue emitiendo un invierno que ha sido todo lo protagonista que es capaz de ser. Conducía camino de la otra punta de la ciudad a una de esas horas en que todavía no se ha almacenado el hambre repentina en las carreteras de circunvalación, y la fluidez me permitía ir recogiendo el viento agradable y condescendiente que suelen tener los días más templados del año. Y de repente esa canción que no había escuchado hasta ese momento se encargó de pintar ella sola una gama de colores extrañados de los que no tenía conciencia de haber almacenado con tanto detalle. Y mientras transcurrían esos cuatro minutos me di cuenta de que hay breves gestos sin ninguna pretensión que son capaces de quedarse muchos años guardados en los bolsillos y aparecer de repente tras unas cuantas notas armónicas y fácilmente hiladas.

Fue sencillo conducir hasta un punto asimétrico de los mapas ordinarios en que me muevo los días más habituales, mientras en mi cabeza o en mis labios se sucedían atardeceres naranjas con forma de risa, unos vaqueros muy desgastados con un paquete de Lucky asomando por el bolsillo trasero, mil lunas engarzadas a través de sus manos, nuevos sentidos para las brujas, otra forma de pedalear en bicicleta para una tarde cualquiera, los inviernos que no supimos entender, los caminos alumbrados torpemente en los márgenes, los labios rebosando de palabras cada noche, las estaciones abandonadas, los folios en blanco llenos de algo que sólo se definía después, la humedad de las paredes y la ansiedad de los círculos oscuros, el café de puchero y los bizcochos como dieta, los sonidos de los animales pastando, todo en los ojos y en las yemas de los dedos, las declaraciones sin sentido, los paseos entre las casas viejas, la ropa que nos intercambiamos, los sellos y el olor de la tinta, los días laborables ajenos, lo normal, lo anormal, lo cotidiano, lo diferente, lo nuestro y ayer, el sabor de sus labios y su sonrisa, las carreras en mitad de la hierba, sus amigas, mis amigos, la lluvia rompiendo la monotonía asíncrona y las mochilas amontonadas, el sabor de la cena a toda prisa, y esa melodía sonando a cada rato aún sin haberse compuesto todavía pero resonando ya en los poros para quedarse allí y volver un mediodía de sol donde se acumulan maneras nuevas de construirme de nuevo para cambiarle el paso a algo que no tiene nada que ver con aquello.

Resonando: Año bisiesto_La Buena Vida

4 comentarios:

Giraluna dijo...

No se como siempre consigues decir de forma tan clara y sencilla justo lo que yo siento y ademas, al final, hacer que lo sienta aun mas intensamente... te puedo robar el primer parrafo? :)

Besos de melodias de principios de marzo...

Iraultza dijo...

A veces ocurren estas cosas, con puentes por en medio que cruzar, con norias iluminando madrugadas, y con nudos de corbata a medio hacer...todo tuyo ese párrafo, como regalo.
Besos con doble nudo.

Tita dijo...

Al leerte casi escucho mi melodía, me encanta como tarareas la tuya.

Besos renegados falleros

Iraultza dijo...

No reniegues tanto, venga, y sigue escuchando melodías, que eso permanece y lo otro no, seguro....tarareamos? Besos.