07 junio 2009

Como nadie...


No había mucho más que decir, por esa simple regla en que si lo que vas a decir no añade nada, mejor no lo digas, por eso nos miramos de ese modo, no hacía falta decirnos nada más. Tus ojos estaban llenos de curiosidad, los míos de sonidos que mi imaginación había jugado a reproducir, tu sonrisa lo definió perfectamente, mientras te girabas a coger algo. Yo también sonreí, mientras no me mirabas, incluso es probable que se me descontrolase alguna pequeña carcajada, mientras ponía un billete gastado sobre aquel mostrador tan moderno y la chica al otro lado de la barra se preguntase, de repente, porqué mi gesto era tan risueño y a la vez tan íntimo que no podía descifrar. Tú volviste desde el fondo, y te apoyaste, de espaldas, sobre la barra, muy cerca de mí, tanto, que nuestros brazos se rozaban, nuestra piel acababa de debutar en el arte de rozarse una contra otra. La camarera trajo unas cuantas monedas que sobraban y las dejó delante de mí, y volvió a mirarme a los ojos, detenidamente, como si pretendiese averiguar la razón de aquella sonrisa inconsciente y el brillo en las pupilas, pero debió darse por vencida, o se dio cuenta de que tus labios se acercaban a mi cuello de manera muy lenta con la excusa de decirme algo al oído, un susurro que alimentó exponencialmente alguno de los sonidos que mi imaginación había ya probado a inferir....”vamos a bailar...pero no me toques como cualquiera...agárrame como nadie...”. Me di la vuelta, poniendo delante de mis ojos aquella burbuja oscura y psicodélica que formaba la zona donde múltiples cuerpos se retorcían al ritmo de aquello que sonaba por todas partes. Te cogí de la mano y nos metimos entre la gente, apretándote más fuerte a cada paso que dábamos para no perderte entre la multitud que se retorcía sin pensarlo, que dejaba su mente flotar entre las luces estroboscópicas a ratos blancas, a ratos azules, a ratos cambiando a una velocidad intensa entre el azul, el blanco, el rojo, una y otra vez.

No sabía dónde detenerme, tenía y notaba tu mano entre la mía, eso era suficiente como para que no importase dónde detenerme, sabía que tú estabas a mi lado, y a cada paso que dábamos, nuestro pulso crecía en intensidad, en ritmo, por lo que incluso era divertido seguir dando algún paso más entre esa atmósfera algo recargada de noche elástica. En un punto inconcreto de aquel lugar, mientras una guitarra eléctrica comenzaba a sonar agresivamente, y una voz femenina hablaba de esconderse tú diste un tirón suave a mi mano, para que me diese cuenta de que querías detenerte, y me giré buscando tu mirada, que al encontrarla, ya estaba completamente pintada de algo inconcreto que no supe describir, pero me gustaba. Tu cuerpo, al mismo ritmo de la música y de la luz estroboscópica, comenzó a deslizarse por esa noche elástica en que parecía haberse convertido el mundo dentro de aquel lugar, y yo le seguí, buscando la manera, siempre, de agarrarte como nadie, como me habías pedido, como mis dedos sabían recorrer la tela de tu blusa, las palmas de mis manos el arco de tu falda, mis brazos tu cintura y mis labios el resto de ti...para seguir en otro lado...

Resonando: Hide the bitter Placebo_Kosheen & Placebo (Mash-up con Hide you & The bitter end)

Fotografía: John Foxx

2 comentarios:

B_VILLA dijo...

Estoy segura de que cuando bailas, agarras como nadie ;) igual que se agarran las frases que escribes, como nadie... Me encantas Iraultza, aunque nunca aparezco por aquí, te leo, cada lunes...
bsos agarrados

Iraultza dijo...

Gracias por llegar hasta aquí, cada lunes o cada día que sea, cuando llegues, y por tus palabras que se agarran.