09 mayo 2010

Como un banco en el parque


Hay ocasiones en que el mundo parece girar en un sentido concreto para llevarlo a un punto determinado, no importa cuál. Y lo único que cabe en uno mismo, es sonreír con lentitud, recibir el viento ansioso que viene soplando estos días, y dar paso a ese giro curioso del mundo para que haga malabarismos a su antojo.

A veces los recuerdos son como una lengua densa y caprichosa que te acompaña sin sentirla la mayor parte de los días, pero que sólo de vez en cuando y utilizando resortes aleatorios, hace su acto de aparición para atarse a tus tobillos o tus bolsillos y dorarte una tarde nubosa de vuelta de algún punto del país, o para virar a gris un amanecer lento y suave en mitad de un viernes cualquiera.

Y en otras ocasiones, basta con abrir los ojos y los sentidos lo suficiente como para que los recuerdos sean un escenario lo suficientemente potente como para aparecerse en formato real frente a ti, haciendo esos malabarismos de las sendas y universos que se cruzan a lo largo del calendario, mientras escuchas la voz que llega desde no se sabe cuánto, o pronuncian un nombre a tu alrededor y lo reconoces al instante y esa sonrisa se hace incomprensible para los que te rodean.

Y como en el final imaginado de un cortometraje cualquiera, mientras la cámara se aleja de ese banco en mitad de algún parque risueño de alguna ciudad sin nombre aparente, uno se abrocha con hábito la cazadora que sigue siendo precisa a estas alturas todavía, se despereza, como quitándose de encima las cáscaras de pensamiento que no corresponde llevar encima más allá de lo preciso, y con el ritmo acompasado de la canción que suena de fondo, levantarse y caminar saliendo del plano, o viéndose alejarse con cierta plenitud y tranquilidad sobre los hombros.

Resonando: Un muelle_Pauline en la playa


* Fotografía: Sam Edwards

3 comentarios:

La Maga dijo...

Soy tu súper fan jaja

Mercromina Roja. dijo...

Me ha gustado tu comparación con el final de un corto...me parece que describe a la perfección esa sensación y esa imagen.

Y me gusta Pauline.

Iraultza dijo...

Ale: Gracias Ale, tampoco será para tanto, jeje, pero gracias.

Chica de los polos impares: supongo que a estas alturas, lo visual nos ha conquistado una buena parte incluso de la imaginación, y cuando escribes, sin quererlo o queriendo, hay procesos e historias que parecen llevar acompañada su interpretación visual, algo cinematográfica incluso, de una escena, imagen, secuencia...llamémoslo como sea, que casi es capaz de adelantarse a los engranajes de tu cerebro cuando lo estás tecleando...así salió ese final creo...adelantándose a la propia imaginación....espero que también disfrutes de Pauline.