30 noviembre 2007

Aperitivos audaces y lo inesperado

Sin la prisa malbaratando caricias ni derrotando gemidos, sólo aquella noche contada de a dos, para las manos, los brazos, los labios y los ojos, para desliarse contra las sábanas o desenmascarar deseos en abrazos de lazos sin dudas.

El estómago solicitando convenientemente canciones de esa mujer, peticiones del oyente siendo atendidas y lo inesperado por llegar, mientras preparaba aquel plato lentamente en el horno. Saltó aquella canción en el CD sin saber que estaba allí y envolviéndose por pulgadas, centímetros y respiraciones. Una letra demasiado melosa pero una melodía hipnóticamente seductora. Cortando con parsimonia las verduras que acompañarían en ese viaje arrebatadoramente ardiente al pescado en la fuente de barro, el eco de su propia voz sobre el ritmo antiguo de la canción, y lo inesperado sin aparecer todavía, los sorbos demorados a la copa de vino, el horno expectante para cobijar aquellos ingredientes y el aceite de oliva lubricando la fiesta privada allí dentro, y recordar como un relámpago gracioso aquella propuesta sin respuesta.
La puerta del horno cerrándose entre la deliciosa voz que se confundía con un gemido privado, y lo inesperado sin suceder pero invisiblemente flotando sobre el perfume tras la ducha, y dos sorbos más, demorados en la copa de lágrimas rojas, mientras observaba hipnóticamente el baile detenidamente sibilante del pescado entre verduras y el tarareo en sordina de esa estrofa tan cursi, y la risa contenida de después, y lo insospechado sin hacerse real pero casi acabando su labor previa.
La temperatura culminando su trabajo, la orgía de sabor en su punto y como un guiño malvadamente preciso el timbre al fondo del rumor cadencioso de esa canción con tantos años que se había ido repitiendo varias veces seguidas al ritmo con el que se rozaban descaradamente los ingredientes de la cena.

La puerta se abría sin que durante esas décimas de desconocimiento tuviesen oportunidad siquiera de prever lo inesperado.
La luz tenue de la lámpara rara del pasillo inundando aquella falda que rodeaba con la ferocidad de lo previo, las caderas que estaban detenidas en la frontera imaginaria entre el rellano y el pasillo de nunca jamás de gravedad extrema.

- Espero estar a tiempo de aceptar aquella propuesta que me hiciste hace unas semanas.

Él se movió en diagonal su cuerpo para que ella, mientras seguía montada sobre su sonrisa culminada de seducción, traspasara la aduana inerme entre el mundo y lo inesperado.

- Aquel plan no entendía de agendas ni calendarios, por lo que no creo que le importe demasiado que hayas aceptado precisamente hoy.

El sonido de los tacones de sus botas contra las ganas de él parecían anunciar el deseo incontenible que no medirían los relojes un rato después.

- ¿Has preparado cena?

La puerta de madera se cerraba muda a sus espaldas y parecía decirles que la función estaba a punto de comenzar. y la melodía melosa pero hipnóticamente sugerente se enroscaba hábilmente para quitarle el abrigo a la recién llegada.

- El menú estaba incompleto hace unos minutos, no acababa de saber qué vino le iría bien, pero ahora estoy seguro.

Ella cantaba como por descuido la primera estrofa de la canción que impasiblemente le rozaba el cuello al salir en volutas desde el salón.

- Me gusta saber que el menú completo ya lo has decidido.

Apoyándose en el quicio de la puerta de la cocina le miraba alentando un baile demasiado parecido al que se había desliado un rato antes en el horno y generándole la duda de si debía comenzar el menú convencionalmente.

- Tengo unos aperitivos realmente audaces.

Ella sonreía mientras movía con seductora cadencia su vida al ritmo de esa batería de lujuria que anidaba en aquella canción.

- ¿Tan audaces como para querer llegar al postre?

Un par de pasos le acercaron a sus labios, pero a la distancia prudencial de lo previo, que se anunciaba en esos segundos lisérgicos en que las manos ardían y la piel se preparaba para rozarse.

- Tan audaces que pueden tomarse entre las sábanas.

Resonando: Le temps de l'amour_Françoise Hardy

9 comentarios:

Princess Valium dijo...

Será que el viernes nos susurra deseos incontrolados, otra vez la coincidencia aunque lo mío si que es tan sólo un pequeño aperitivo a lo que podría venir después.
Si los postres prometen tanto, me comería la mitad ahora y la otra mitad después de esa cena que se cuece en el horno a temperatura elevada. Mientrastanto...¿una copita de vino?
Besos de fin de semana

Naty dijo...

Tremendo banquete y encima un postre que promete... Enhorabuena (y en la gloria recuérdate de los hambrientos :p)... Feliz finde :)

aRa dijo...

me ha encantado..muy sensual y apetecible como esa cena.besos.

Giraluna dijo...

No hay nada mejor que adivinar los sabores de la cena en los labios del otro.
Un beso.

Iraultza dijo...

Princess: una copa de vino entre aperitivo y postre....gran plan. Lo sugerido, lo inesperado, tiene buen sabor. Besos.

Naty: Nunca dejamos de ser hambrientos, aún en pleno banquete, o sea que no hay olvido (;-)).

Ara: gracias por tus palabras (además has elegido dos buenas palabras, sensual y apetecible).

Giraluna: ese tipo de reto es apasionante, cierto, delicioso y muy....(coloca el adjetivo que mejor te convenga en este caso, la ocasión lo merece). Besos.

Giraluna dijo...

...cautivador. Ese tipo de reto es apasionante, cierto, delicioso y cautivador, muy cautivador.
:)

Iraultza dijo...

Me gustó la elección, si, puse puntos donde mis dedos iban a olocar sugerente, pero tu selección me parece oportuna también para calificar ese reto.

vega dijo...

eh! vuelves por tus fueros...
aperitivos audaces?? interesante concepto!!!
(me gusta eso de los ingredientes mezclándose al calor del horno, sacando los jugos y convirtiéndolos en otra cosa diferente... y mejor)

dos cucharadas colmadas de besos

Iraultza dijo...

Ah, tenía fueros? (;-)). Eso no me lo habías dicho.
Hay recetas que parecen originar bailes muy muy sensuales. Besos de recetas.