18 diciembre 2007

La puerta

No debiste cruzar la puerta, precisamente esa puerta.

Al bajar del taxi debías haber previsto lo que iba a ocurrir, lo que pasaría cuando entrases en aquel local con olor a serrín y aceite quemado.

Cruzaste lenta todo el local, con el pelo mojado y la ropa empapada, con el aliento entrecortado, igual que al despertarte alertada por el timbre del teléfono dos horas antes, sin saber siquiera dónde estabas, aquella cama, la misma ropa que el día anterior y todo revuelto.

Tardaste unos segundos en reaccionar, exactamente los que hubo entre el timbrazo que te despertó y el que te asustó. Pero tampoco cogiste el teléfono aún, porque no reconocías aquel dormitorio, tanta ropa por el suelo, y todavía con el corazón acelerado por el sonido metálico, inconscientemente observabas con mucha atención lo que te rodeaba, intentando desesperadamente encontrar algún detalle que pudiese darte alguna pista sobre el lugar en el que estabas, sobre cómo habías llegado allí.

No debiste cruzar precisamente esa puerta. Ni siquiera debiste haber descolgado el teléfono al cuarto timbrazo. Así no tendría que estar ahora apuntándote a la cabeza con esta pistola.

Resonando: Respira_La Mari y Enrique Morente
(El texto es un ejercicio para una amiga que necesitaba algo así por motivos que no vienen al caso)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excepcional la forma de jugar con las palabras y, cómo no, con las circunstancias.

Un colega recientemente me decía, al comentarle que estoy a punto de publicar un conjunto de relatos, que la labor de los relatistas le parecía un timo. En cierta manera una trampa.

Traté de hacerle ver su error; un relato, al igual que un corto, debe enganchar de principio a fin y debe ser una historia que no sea proclive a dilatar.

Pues bien, creo que el presente relato es una muestra de lo buena que puede llegar a ser una narración breve.

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado

.JL. en los afelios dijo...

Siempre,
siempre que vengo,
antes de leerte,
cuando vengo de cualquiera lluvioso y de cerebro desgastado
de entremeses liados en el comedor
y la guitarra desgarrada de Glen Hansard,
Vengo y antes de nada,
enciendo un cigarrillo para leer con la mayor calma posible,
con alentaciones literarias y café.
Disfrutando tus palabras como terapia de choque.

Eres un grande tio.
De verdad.

Un abrazo

NEBET-HET dijo...

Breve, intenso y sorprendente.

Un saludo.

Iraultza dijo...

Borja: gracias por tus palabras, y estoy de acuerdo contigo en lo que debe ser un relato breve. Suficiente si lo he conseguido. Abrazos.

.jl.: me gusta saber que sigues ese leve rito antes de leerlo, porque así sabe mejor, al menos a mí me sabe mejor saberte leyendo así. Abrazos grandes.

Nebet-het: los dos primeros adjetivos debo repetirlos sobre tu comentario. Breve e intenso, y gracias.