16 mayo 2008

La luna con las manos frías 1.0.

-¿Por qué has abierto la puerta de la terraza?

Levantó la mirada de entre aquellos folios fotocopiados por las dos caras y puso una leve mueca de fastidio.

- Porque necesito esa brisa de por la mañana entrando mientras me tomo el café y leo este texto tan extraño de Bruno.

Ella devolvió la mirada a los folios sin prestar atención a nada más que a la redondeada caligrafía del papel, sin darse cuenta de que la persona que había iniciado la débil conversación se volvía lentamente después de haber seguido unos segundos mirándola fijamente. Y mientras se volvía, mascullaba algo más, como si fuesen las cáscaras arrinconadas de la pregunta inicial "pero esa canción repitiéndose una y otra vez por toda la casa...digo yo que eso si que no será necesario".

Ella agarró la taza blanca con su mano izquierda y sorbió un breve trago del café mientras el aire suave y todavía limpio de la mañana le desperezaba el cabello con cierta parsimonia. Levantó, de nuevo, la mirada, esta vez sin que nadie la interpelase, sólo para observar, desde su agradable rincón, una parte de la terraza, con sus sillas de madera alrededor de aquella mesa tan bonita de la que se había encaprichado hace dos veranos, una tarde algo boba que habían pasado ella y Bruno, revoloteando por aquel polígono ajeno de las afueras.

Dejó los folios sobre el sillón y se levantó tranquilamente. Salió a la terraza, habiendo recogido una chaqueta que se fue colocando a medida que pisaba sobre las losas frías, porque la brisa, directamente, le producía algo de frío. Sacó mecánicamente un cigarrillo del bolsillo derecho de la chaqueta y lo encendió mientras se apoyaba en aquella baranda de piedra que daba paso a un muestrario de copas de árbol.

En el otro bolsillo, como un insecto inquieto, se movió su teléfono móvil. Lo extrajo con lentitud, y vio el sobrecito que le recordaba la presencia de un nuevo mensaje de texto.

Se giró para que su voz se pudiese oír claramente dentro de la casa.

- ¡Martín, sube la música, por favor!

Nadie le contestó desde dentro, pero unos segundos después, aquella melodía que adoraba salía por la puerta de la terraza para abrazarla.

Respiró hondamente y abrió, con tres pulsaciones sencillas de las teclas, el mensaje que la esperaba. "Llevo demasiadas horas seguidas despierto. Ahora mismo, justo delante de mí, tras el cristal sucio de esta cafetería, llueve y nadie camina por las aceras que veo. Pero sé, seguro, que tú estás haciendo revolotear tus ojos por las copas de los árboles que hay frente a tu dormitorio".

Resonando: Esa canción de las mañanas sin mucho sentido.

7 comentarios:

Princess Valium dijo...

A veces te conocen más las personas que están más lejos que aquellas que comparten contigo las cosas más cotidianas.
Besitos

AAN dijo...

Pobre Martín...

Anónimo dijo...

Pobre de ella...

Anónimo dijo...

O pobres todos.

Me recuerda al Juego del Amor, que he visto recientemente... desearía haber leído el libro.

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado

Iraultza dijo...

Princess: tienes razón, a veces, resulta más sencillo no pertrecharnos de tanto "maquillaje" absurdo, por eso hay personas que desde "lejos", nos conocen mejor. Besos (me alegra volverte a ver).

Aan: Martín, de momento, sólo es eso, alguien dentro de la casa que no acaba de entenderla demasiado bien...no más..de momento.

Penélope: algunos tenemos especial capacidad para no "encontrarnos" y otros parecen desubicados mucho tiempo después de haber estado en su sitio. Ella, creo, pertenece al segundo grupo...pero ya lo irás leyendo.

Borja: date unas semanas para "emborronar" lo suficiente la película, y entonces toma el libro, te lo recomiendo, es una delicia. (Lo más complicado, será intentar desliar adecuadamente la interpretación de Morgan Freeman para no "pegarla" con el personaje similar del libro, que realmente no es el mismo). Pero te lo recomiendo. Abrazos.

Angie dijo...

Y es que el recuerdo que guardamos de aquellos que están lejos, sus costumbres, su manera de hacer las cosas, de mirar, de comportarse en los días de lluvia..
las pequeñas cosas que nunca se olvidan..

qué gusto volver a leerte..
un abrazo..

Iraultza dijo...

Las pequeñas cosas, si, qué oportuno tu comentario, qué preciso, certero...si, no sabes cuánto, je. Me alegra mucho volver a verte. Abrazos Angie.