14 septiembre 2008

Con la noche a nuestro favor


Y sin embargo lo teníamos todo a nuestro favor esa noche. Las calles maquilladas en un interminable carnaval al que no pertenecíamos, callejeando entre tantos extraños que nos rozábamos con frecuencia como sin querer para sentirnos menos extraños tú y yo. El sabor en el paladar de esas madrugadas en que nada más importa lo que cabe entre los dedos de la persona que camina a tu lado. Y en esa calleja semioscura, mientras nada impedía que tu cintura se convirtiese en el centro de mi universo, desde una ventana muy pequeña, en lo alto de ese edificio tan antiguo, empezó a salir aquella canción que parecía completamente fuera de lugar en ese sitio tan clásico y sereno.

Nos detuvimos un instante para reconocer la canción. Me miraste y me quemaste el pecho con tus pupilas envenenadas de noche, y me susurraste su título. Sonreí, aunque era una versión distinta. Alargaste tu mano para alcanzar la mía, y no nos movimos, sólo querías que agarrase tu mano mientras el mundo seguía girando a aquella velocidad, para que no pudiésemos perdernos entre tanto vaivén, y así poderme agarrar a tu cintura unos segundos después para pegarnos a aquellos muros que nos escondían del resto del planeta.

Y sin embargo lo teníamos todo a nuestro favor esa noche, deshacernos los labios en la piel del otro hasta que amaneciera, no saber encontrar el camino de vuelta a ningún lugar, las ganas en la punta del estómago, los pliegues de tu piel formando un laberinto donde yo pasaría encerrado el resto del tiempo, la serenata nocturna de la ropa desprendiéndose del cuerpo, la brisa bailando su turno entre nosotros, desbordándose el río cada vez que añadíamos una respiración entrecortada más cuando tus manos se colaban bajo mi camiseta buscando, los adoquines sonriendo al tiempo que tú, mi destino en tus costados o en el comienzo de tu cuello, la verdad en el interior de tus muslos y el resto de la noche en tus manos bajando por mi espalda, las coordenadas asincrónicas de tu risa mientras nos orientábamos a lo largo de la cama y la breve luz que teñía de blanco las sábanas a los pies.

Y aquella breve nota en mi puerta, mucho tiempo después, cuando ya no te esperaba, donde sólo estaba escrito, el título de aquella canción.

Resonando: Around the world_Daft Punk (Richard Grey remix).
* La fotografía: Dennis Flaherty

4 comentarios:

Tita dijo...

Me gusta eso de ser capaz de alcanzar MOMENTOS cuando se tiene todo a tu favor, hay veces en las que una de dos: o no te atreves a levantar el culo o directamente te crees que está todo en contra.

Besos de buenas noches

AAN dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
AAN dijo...

Te vuelven loco las cinturas... A mí ya no me asustan los "adioses" porque siempre implican un "hola" previo y sus implícitas horas de sábanas blancas.

Beso

Iraultza dijo...

Tita: con lo fácil que resulta, si uno se lo propone de verdad, dejarse llevar cuando sabes que alrededor de ti tienes uno de esos MOMENTOS...pero si, a veces, cuando atesoras en los bolsillos interiores demasiados agujeros mal cosidos y descrees de los lunes no laborables, es mejor conquistar el terreno de los instantes, por breves que sean. Besos con mas buenas noches.

Aan: algunas en concreto si, mucho, je. Buen plan ese que enuncias, pragmático, sereno...bueno, al fin. Besos.