04 octubre 2009

Como un disparo en la nuca


Tengo cierta querencia por los mecanismos que maneja el cerebro a la hora de realizar las infinitas tareas que realiza constantemente. Hace unos días leía sobre la hipermnesia (y con esas casualidades que siempre suenan algo extrañas, hoy volvía a leer en otro medio diferente sobre el mismo tema, aunque con variantes muy diferentes)que es la capacidad para recordarlo todo, hasta el mínimo detalle de nuestra vida. Hace semanas veía un documental sobre la diferencia entre aprendizaje, inteligencia, velocidad y capacidad, y eficiencia cerebral...y de nuevo días atrás, leía a Eduard Punset hablar sobre la capacidad del ser humano para caminar en círculos si no existe una referencia exógena que nos establezca cómo se configura esa línea recta. Me resultó especialmente metafórico ese artículo sobre la imposibilidad de caminar en linea recta que tenemos todos.

Cuando no tenemos referencias visuales o auditivas, somos incapaces de mantener nuestro caminar recto, vamos dando pasos, pero nuestro cerebro, para intentar mantener ese objetivo inicial de seguir hacia adelante comienza a tomar estímulos equivocados y acabamos caminando en círculos, literalmente, sin ningún destino, más que recorrer constantemente los mismos lugares, de mayor o menor dimensión, por los que ya hemos pasado una y otra vez.

En el artículo sólo se esbozaba, pero sensorialmente también nos sucede lo mismo. Si nos quedamos temporalmente sin los resortes claros y diáfanos que nos susurran de vez en cuando dónde están nuestras referencias, o es que quizá nunca las tuvimos, entonces acabamos caminando en círculos también, volviendo a los mismos lugares sensoriales donde ya estuvimos y decidimos no volver, a los mismos pasos iniciales y torpes de las primeras veces y que por nuestra escasa lucidez repentina nos volvemos a encontrar. Descubrimos los mismos errores que ya fuimos capaces de haber cometido mucho antes, y nos sorprendemos con cierto sentido de la claudicación, gritamos al aire sin sentido cuando volvemos a darnos cuenta de las heridas en los costados que ya tuvimos hace tiempo y conseguimos cicatrizar, de los restaurantes donde no había plato del día y repetíamos semana tras semana, los charcos que pisábamos sin querer y que nunca nos permitían mantener secos los pies, ni nos lo siguen permitiendo.

Pero un día eres capaz de darte cuenta, de ver esa rutina malbaratada que te ha mantenido dando pasos en constantes círculos, y lo notas como un disparo en la nuca, como un berbiquí que va horadando implacable por tu cuerpo, por tu espalda y tu estómago, y aunque no soluciona nada, al menos darte cuenta te muestra claramente lo torpe que puedes llegar a ser. Al menos te dota de la suficiente claridad como para volver a tomar, o agarrar de una vez, esas referencias que ya tenías quizá hace muchos años, en esos mismos en que sin saberlo todavía ya comenzabas a caminar en círculos, a dar vueltas sobre ti mismo. Activas lentamente esos resortes, y comienzas a caminar despacio, un paso tras otro, sabiendo, al menos, que dejas los círculos atrás, que, sea lo que sea, esta vez caminas hacia adelante, donde quiera que esté.

Resonando: Shot in the back of the head_Moby


*Fotografía de Fotog

2 comentarios:

Clara dijo...

Impactante y pienso... ojalá notara ese disparo en la nuca.

Gracias.

Iraultza dijo...

Gracias por llegar Violante. Y gracias por dejar tus palabras. Hay disparos en la nuca que tardan en notarse, pero acaban llegando.