08 junio 2007

Silencio

Algunos días uno busca el silencio como la sombra en verano, como ese verano que parece querer llegar ya.

Algunos días uno no encuentra el silencio y se ata hilos entre los dedos para que no se olvide de cenar silencio antes de irse a dormir.

Algunos días los labios se resecan y se busca necesariamente un rincón en silencio donde hidratar los labios que echan de menos el juego capicúa de besarse, o la rima consonante que puede surgir al recorrer el interior de unos muslos.



Algunos días el silencio te acompaña en cada paso y escuchar tu voz a última hora del día, aunque sea para decir hola, te suena extrañamente ajena, como si alguien te recordase que la voz es tuya, y tengo que repetirme con cierta constancia que esos silencios no me gustan porque me llenan de huecos sensoriales, y cuando hay huecos, me puedo resfriar las ganas de sonreír.

Algunas noches el silencio se acomoda entre las sábanas y parece un egoista que no me deja pensar en cómo te desabrocharía el sujetador para acabar de una vez por todas con el silencio, porque sé que al desabrocharte ese corchete que te ata al aire, el silencio se evaporaría entre los mismos susurros y respiraciones entrecortadas que podían llegar a amontonarse cuando nos empeñábamos en no dejar quieta la madrugada.



Algunas noches no suenan a nada, y me enfada que ese silencio me recuerde al sonido que hacía tu ombligo cuando se rozaba con el colchón.

Resonando: What it was will never again_Telefon Tel Aviv

15 comentarios:

Angie dijo...

A ratos, lo mejor es el silencio.

Porque en él caben todas las cosas buenas. Los sentimientos, las emociones, la risa, el llanto que limpia el alma, la soledad compartida.

Porque el silencio comunica, y es bello, y se necesita, y se quiere.

Porque en algún momento, silencio somos todos.

Y sólo hay que saber disfrutarlo...

Iraultza dijo...

Precioso corolario para una noche de silencio.

Lindo Angie!

(s_gg) dijo...

El mejor de los silencios, para mí, es aquel que sobreviene cuando sobran las palabras, cuando son suficientes las miradas para hablar. Quizás, el silencio de dos que son uno.

RETRATOS DE ROBERTO ALAMO dijo...

Este pequeño poema lo dejé como comentario a nuestro amigo Antonio de la Torre, pero te lo repito porque creo que viene como anillo al dedo, Ira.

Luché contra el silencio
pero sólo los sordos me oyeron
y después

el silencio

volvió a llamarse por mi nombre.


Un abrazo por emocionarme con cada uno de tus textos-poemas, amigo.

Gracias.

adictaacruzarenrojo dijo...

Uff...

Iraultza dijo...

El silencio de dos que son uno es un silencio delicioso, pero a veces uno busca su propio silencio, como en la época de la fiebre del oro, partiendo de viaje o buscando un rincón, como si fuese más necesario que respirar.

Iraultza dijo...

Las peleas contra los silencios son duras, casi tanto como las peleas por los silencios, Rober.

Abrazos en silencio.


*Te escribí, no sé si lo leíste o lo perdiste.

Iraultza dijo...

Si, lo confieso, tus uff... rojos me hacen adicto.

Liška dijo...

Algunas veces el silencio nos mece, nos serena y nos conduce, nos ahoga y nos amamanta de pasiones... para quebrantar y volver a desear ese silencio.

Shhhh... un beso ;-)

arabesque dijo...

gracias por la visita, y el recado. Quedas en mis oraciones

Griada dijo...

Guau.
Ví tu comentario en mi blog y sentí curiosidad por saber quien eras.
Llego aquí y... ¡magia!. Me he topado con un artista de las palabras.

Me ha parecido un post precioso, tan visual... tan... sensorial. Creo que hasta he puesto morritos sin querer.

¡Gracias por pasarte por mi blog!

Iraultza dijo...

Cierto circe, el silencio a veces aparenta ser una amante celosa y caprichosa.
Gracias por tus susurros.

Iraultza dijo...

Tus oraciones tiene forma de fiesta en la azotea arabesque, y esas son las mejores.

Un placer tenerte por aquí.

Iraultza dijo...

Gracias por tu curiosidad hada gris, por una vez tendré que agradecérselo a las palomas.

Siempre será un placer tenerte por aquí, más si es poniendo morritos.

Anónimo dijo...

Hay veces que lo mejor que uno puede hacer es roncar como marmota. Esas guarras