25 noviembre 2007

Como cañonazos

Cuando menos te lo esperas, quizá después de llevar durmiendo varios años, y sin haberla vuelto a escuchar desde entonces, un día cualquiera, mientras tomas un café o cenas en un sitio nuevo, suena de fondo una de esas canciones, o cualquier otra que se guarda en la misma maleta decorada con luces fundidas y sellos de fronteras, y la reconoces en unos segundos, sin querer casi, y te vas enganchando al sonido, a las notas, a la barandilla de mucho tiempo atrás o simplemente a la de anteayer.

Al llegar a casa rebuscas en discos duros, en cajas de CD's o simplemente te das por vencido reconociendo que la perdiste en alguna mudanza o en un día festivo de los que no vienen en el santoral.

Y al pensarlo con más detenimiento acabas siendo capaz de casi tejer el edificio que formarían todas esas canciones que son capaces de transmitir con dos notas, una estrofa o simplemente un título, toda la información que cabe en la pituitaria de la memoria. Algunas llegan como torpedos, bajo el agua, sin detectar por el sónar de los días conjugados en presente, otras son cañonazos de barcos de recuerdos al abordaje que revientan el casco de madera de tu barco pirata en plena reforma de pintura, otras solamente son un katamarán a mar abierto en el mediodía cristalino y turquesa del verano que seríamos reyes, algunas llegan a la playa de un país extraño buscando porvenir y sólo encuentran miseria y demasiados restos de barcos naufragados en el fondo, que no le valdrían a ningún buscador de tesoros hundidos.
Puedes seguir intentando traducir todo aquel montón de bolitas de colores que forman parte de ti y recuerdas lo que sonaba en aquella gasolinera en mitad de ninguna parte donde se quedaron mis ganas de más y aún no he preguntado si siguen allí o regresaron de su Erasmus, o los anhelos que viajaban en cien aviones blancos que no tenían ruta de vuelta. Incluso las que están ahí desde el primer día, esas son las más potentes, porque tienen siete colores diferentes normalmente, como aquellos bolígrafos del colegio, o los helados de muchos sabores o las cajas de Plastidecor, y cuando las escuchas tienes la sensación de ir con un machete por entre una selva extraña y personal intentando desbrozar algo de la maleza de entre los labios o el estómago para que no pesen demasiado.

Lo bueno de todo esto es que esa jukebox intransferible crece cada día, rompiendo cremalleras, construyendo la enésima casita de naipes, pinchando globos, trenzando redes o endulzando cafés.

Resonando: Me equivocaría otra vez_Fito y Fitipaldis

6 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Hoy curiosamente sonaba esta canción de Fito mientras me duchaba y, por un segundo, el mundo se ha parado para que pasase ante mis ojos toda la historia que lleva unida a sus acordes.

Algún día construiré mi propio disco de momentos.

vega dijo...

Efectivamente, eso es lo bueno. Lo bueno es que sigue habiendo músicos increíbles haciendo canciones perfectas para que nosotros las transformemos en aun más perfectas añadiéndolas a nuestras vidas... convirtiéndolas en banda sonora...
Siguen quedando lujos muy baratos... y siguen siendo los mejores...

Besos lujosos

Princess Valium dijo...

Una vida hecha a base de bandas sonoras y de aromas que vuelven a nosotros de imprevisto y sin avisar, cogiéndonos siempre por sorpresa. Hay que aprender a vivir con esos sobresaltos y resguardarlos del olvido.
Mil besos

Iraultza dijo...

Sherezade: es cierto, a veces el mundo se detiene y se dibuja un corto delante de tus ojos....y es curioso que haya sido con esta canción esta vez, ;-).

Vega: esos lujos afortunadamente siguen creciendo, siguen dotándonos de herramientas para pintarnos el día, la semana o el mundo....si, qué bien que sigan existiendo. Besos con acordes.

Princess: siempre hay que estar preparado para dejarse "arrastrar" por frases, estrofas, momentos, incluso sílabas o vocales, para guardarlas en los bolsillos y que formen parte de nosotros, y de nuestro mundo privado. Besos.

.JL. en los afelios dijo...

Creo que no lo habrí podido expresar mejor,
y estoy seguro que todos tenemos eso dentro.
Fantástico.
Un abrazo.

Iraultza dijo...

Gracias .jl. esa red, más o menos densa, más o menos incandescente y más o menos intensa, la llevamos todos, cierto, lo importante es saber qué hacer con ella. Abrazos.