04 noviembre 2007

Todo tuyo

Solemos negárnoslo con más frecuencia de la que el sentido común pudiese dictar, o al menos durante más tiempo del que debería. Raramente se lo hemos contado a alguien, y en caso de haberlo hecho ha sido después de descubrir que respira del mismo modo, que convive con la misma delirante certeza sobre sí. Pero cuesta llevarlo encima.
Entre cientos de rostros y respiraciones que saltaban, reían o simplemente no pensaban en nada más allá del fondo de su vaso de cristal, caí de nuevo en la cuenta de esos pasos trastabillados, de esos sentidos desarbolados e hirientes y esa forma de ver el mundo que se había apagado hace meses y meses. Era otro lugar, otra música y me acompañaba gente diferente, pero era la misma respuesta en la cabeza y el estómago. No sé qué la activó y qué puso a enredarse las metáforas, no sé si fue aquella mirada al entrar tan parecida a otra que tengo en el cielo de la boca, el frío en el costado de un rato antes, pasar por delante de aquel restaurante tanto tiempo después y que no me produjese nada, o simplemente que estaba esperando y era su noche. Pero se encendió y se puso a hacer sus labores, esas que ya ha hecho varias veces desde hace años, aunque casi no me acordaba porque llevaba muchos, muchos meses sin sentirla trabajar, y en la recta final de esa tregua, creí, tontamente, que había conseguido darse por vencida y me había dejado tranquilo.

La respuesta se puso a soltar su discurso, a hilar, como una artesana con mucha experiencia. Pasaba los hilos que tan bien conoce y me empezaba a enredar la cabeza en esa suma inconsciente de frases que sólo me ha dicho una vez pero que forman parte de mi curriculum ya. Y pasó así varias horas, mientras yo me dedicaba a intentar aguarle la fiesta con esas dos o tres cosas que sé que le sientan tan mal a su trabajo.

Mientras caminaba de vuelta al rincón extrañado que se forma a los pies de mi cama y entre las aceras desgastadas a punto de amanecer se escondían susurros viudos, tuve esos minutos ridículos de sonrisa victoriosa frente a esa respuesta, porque si, esta vez, de nuevo, esas dos o tres cosas habían bastado para desmontarle la fiesta durante toda la noche.

Pero no le preocupa demasiado, vive dentro de mí, por lo que irremediablemente sabe dónde encontrarme, y no ha tenido ni paciencia esta vez como para dejarlo para otro día, ha regresado ansiosa y relamiendo su victoria segura. Ha vuelto a trabajar apenas quince horas después. Y esta vez se le nota que tiene intención de quedarse a pasar una temporada. Lo que todavía no sabe es que ya lo ha conseguido, que he dejado de pelear con ella.

Resonando: Falling awake_Gary Jules

4 comentarios:

vega dijo...

No sé qué es lo que va a quedarse, que te hace tanta guerra. NO sé que resopnde a tus no preguntas ni cómo distraes la duda, o la certeza o lo que sea eso que carcome y enreda...
Creo que no entiendo muy bien tu post... pero me encanta esa canción que sonaba de fondo en una secuencia de Anatomia de Grey...

Sea lo que sea, eso que te okupa... no cedas todo el terreno, guárdate un palmo aunque sea, a lo mejor un día te hace falta para empezar la reconquista

Iraultza dijo...

Probablemente sea complicado de entender porque es un ejercicio de poner en palabras algo que no sé explicar del todo, ni siquiera a mí mismo, pero convivir con certezas (aunque sean unas capullas), es mucho más orientador.
No he visto ese capítulo de Grey, pero la canción me encanta, intentaré verlo. Y gracias por tu recomendación, hay reconquistas que te dan toda la fuerza del mundo, y otras la mayor pereza que existe.

Elena -sin h- dijo...

Dice Drexler que el mundo está como está por causa de las certezas y en mi opinión tiene razón. Porque las certezas, como casi todo en este mundo, cambian con la dirección del viento. Así que quizás sólo tengas que abrir las ventanas...

Iraultza dijo...

Las certezas engendran paz, y en otoños mal curados siempre conviene encontrar algo de eso, pero si, Drexler tiene razón en muchas cosas, en esta también.