16 octubre 2007

Una de juegos

Desde hace varios años, la Teoría de Juegos se ha colocado a la "vanguardia" de lo que se suele denominar, para bien o para mal, Teoría Económica. Ha habido al menos tres o cuatro Premios Nobel en los últimos diez años cuya aportación estaba, de una forma más o menos directa, relacionada con la Teoría de Juegos. El Nobel de este año ha ido para tres economistas que han contribuido a desarrollar la Teoría del Diseño de Mecanismos, que viene siendo, así a lo bruto, el diseño de "reglas de juego" para obtener un resultado específico.
El problema inicial que pretende desarrollar ataca a algo tan sencillo de llevar al día a día como "No existe solución adecuada al problema de definir el comportamiento económico racional de un sujeto cuando la misma racionalidad de su actuación depende de la conducta probable de otros individuos", es decir, nuestras propias decisiones son difíciles de modelizar desde el punto de vista racional, por el mero hecho de que interactuamos y dependen de lo que hacen los demás, que también se les presupone racionales, pero....en fin, un bucle.

Y por qué me da por hablar de Teoría de Juegos hoy. Ni idea. Simplemente porque a veces, si uno se detiene a pensar en sus alrededores, puede darse cuenta que von Neumann y Morgenstern fueron capaces de "modelizar" lo que cada uno de nosotros hacemos casi cada día, para lo importante y para lo superfluo, para lo que apreciamos y para lo que nos resulta indiferente.

Hay aplicaciones curiosas del día a día de esas teorías, como la estrategia que tuvo que preparar Sherlock Holmes en su encuentro con Moriarty, cómo era inevitable la participación de los aliados en la II Guerra Mundial, simplemente la teoría del bluff en el póquer, porqué es mucho más eficiente a largo plazo ir a una guerra a través de acuerdos internacionales que hacerlo solo por mucha potencia militar que se tenga, o el famoso dilema de decisión entre “ÉL” y “ELLA” y “DISCOTECA” y “FÚTBOL”.

Aplicaciones diplomáticas, militares o simplemente literarias aparte, todos estamos permanentemente sujetos a esos juegos (multiapuesta, no colaborativos, con información asimétrica, con incertidumbre, simultáneos o secuenciales,...), y sin embargo raramente tenemos la suficiente frialdad como para estudiar estrategias previas, de modo que casi siempre acabamos tomando decisiones a la mecagüendios de modo que acabamos dedicándonos a un tipo muy concreto de juego que entra ya en teoría de conjuntos, a los juegos de longitud infinita (superjuegos).

Para centrarse exclusivamente en las aplicaciones curiosas de la teoría de juegos, la física o las matemáticas y además leer un buen libro, no se pierdan “En busca de Klingsor” de Jorge Volpi, para lo demás (no, no parafrasearé la campaña de la tarjetita esa), pues eso, un juego de longitud infinita.


Resonando: Dare_Gorillaz

7 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Le tengo manía a la Teoría de Juegos. En general le tengo manía a casi todas las teorías, supongo que es por esa tendencia humana a pensar que somos completamente dueños de nuestro destino y en nuestra actuación sólo decidimos nosotros. Sé que no es así, claro.
Pero a veces es bonito pensar que sí.

Elena -sin h- dijo...

Y por cierto...

"En febrero de 1995, se decidió que el premio de Ciencias Económicas se definiría como un premio en ciencias sociales, abriendo así el Premio Nobel a grandes contribuciones en campos como las Ciencias Políticas, Psicología y Sociología. Además, el comité del premio de Ciencias Económicas sufrió cambios para que dos no-economistas participaran en la decisión del premio cada año (anteriormente el comité del premio estaba compuesto por cinco economistas"

(citado de la Wikipedia)

Que el mundo no es sólo Economía :P

Iraultza dijo...

Tengo la curiosa manía de mezclar las teorías y la intención de manejar mi propio barco, en cualquier caso esto de la teoría de juegos, no tiene nada de teoría, pero sí mucho de juegos.

Ah, y por supuesto que no todo es economía (;-)), pero como dice uno muy sabio, "los economistas, en cuanto como profesión que da consejos, solemos estar muy por encima de nuestras posibilidades".

espiralproscrita dijo...

se me hacen grandes las grandes cosas.
inabarcables, las verdades y teorías de los dueños del mundo.
lejanos, los muros de cartón que nos separan mientras tú posas los dedos sobre mi espalda de marfil.
mecánicos, los besos que me guardas.
no atiendo a razones ni a teorías,
pero si tú las usas para jugar al juego de pintar(te, nos) sonrisas por doquier, bienvenidas sean.
Un placer volver a encontrarte.
Vuelvo. Estás. Sonrío.

vega dijo...

Creo que este libro me lo recomendaste una vez y como era de esperar en mi olvidé su título al segundo siguiente... soy un desastre, pero ahora está aquí, para cuando tenga un hueco.

A mi me gusta la teoría de juegos. Me gustan los juegos y esa manera de enfrentarse a los "problemas" como "oportunidades" (pero negaré siempre haber construido voluntariamente esta frase) Y me gusta cómo lo explicas.

besos en teoría

.JL. en los afelios dijo...

Un placer siempre leerte,
aunque sea de lejos,
pero con atención,
aunque espaciadamente,
pero con detenimiento,
aunque sea de economía,
pero con esa forma tuya de narrar que te engancha sin siquiera entender bien de que hablas.

Podrías quizá hablar de un ladrillo,
rojo y vistoso,
impasible al paso del tiempo
que sería interesante de la mano de tus parrafos serenos.

Vuelvo pronto,
Un abrazo rápido como todo en nuestra ciudad.

Iraultza dijo...

espiral: guardo teorías para cada minuto en que pases, como una especie de nueva bienvenida para cada una de tus llegadas, mecánicamente besadas.

Vega: si, de ese libro ya te había hablado, cierto (al menos recordabas que era ese precisamente, ya es algo, ;-)). Los problemas siempre pueden ser oportunidades, y sino ya estamos para crearlos aunque no existan (y eso de una manera algo enrevesada también lo dice la teoría de juegos). Besos sin teoría y con horas de prácticas.

.jl.: siempre que vuelves, aunque sea de esa manera espaciada, sabes que tienes tu hueco para que te sientas cómodo mientras lees. Abrazos de contar las cosas un poco a toda hostia.