29 diciembre 2009

En un año cualquiera...


Nos medimos constantemente las distancias, las distancias que nos separan de o las que nos faltan para, sin saber casi nunca los azares que hay entre tanto, como si no fuésemos plenamente conscientes de la cantidad enorme de esos estados de la naturaleza que se agolpan en ese tránsito continuo. Y sin embargo seguimos, a pesar de las veces que ya lo hemos vivido, ignorando los ingredientes que se irán apareciendo sin pretenderlo ni planearlo, entre medias, aderezando esa distancia que nos resta para.
A veces todo se resume en una fría cerveza en un vaso helado a la orilla del mar en una tarde perezosa en mitad de algún verano sin ninguna pretensión, otras podría ser una carretera de montaña bordeada por montones de nieve en un atardecer temprano de primeros de enero y el silencio más absoluto a la espera de la noche de Reyes, en algunas más podría verse una acera del centro de la ciudad un día encapotado y aún frío de mitad de octubre o marzo, dentro de un puente donde todo el mundo parece haber huido a la vez, y tus pasos resuenan casi como un sordo tamborileo en las baldosas al pasar por algún chaflán resguardando tu cuello bajo una bufanda cálida, y aquellas que faltan podrían recordarse como un montón de sonidos en una tarde lenta en mitad de junio, tumbado en el césped de aquel lugar al que no vas desde hace muchos años y donde las primaveras tenían una dupla poderosa de olores y sabores mezclados entre el azar y las ganas, se podía rasgar el celofán que envolvía cualquier plan y el mundo era tan grande que cabía en una noche.

Resonando: Lonely, lonely_Feist


*Fotografía: Studio Paggy