06 junio 2010

Algún ciudadano común


Hay algo de amargamente encantador en los resortes y recodos desconocidos de los engranajes más conocidos. Tienen un atractivo especial todas esas personas que se dedican a hacer su trabajo sin ser reconocidas casi ni por sus compañeros, pero que pertenecen a un entorno extremadamente conocido, rodeado de luces, brillos, portadas...

Hace unas semanas, Bárbara Celis, escribía un artículo relacionado con esto, tomando como “excusa” un delicioso libro recién editado en España de Gay Talese (“Retratos y encuentros”. Ed. Alfaguara. 2010) y realizándole una entrevista a este personaje en su casa de NY. Durante mucho tiempo, Talese fue considerado uno de los creadores del nuevo periodismo, al utilizar “herramientas” de la ficción para escribir de la realidad (un maravilloso ejemplo de esto, que Celis comenta en su artículo, es el extensísimo reportaje de Talese sobre Frank Sinatra, escrito sin haber llegado a hablar nunca con el cantante). Si pueden y quieren, les recomiendo vivamente este artículo/entrevista de Celis a Talese(aquí).


Tomando como partida ese libro, que habla de un NY distinto, el que se sale de los focos, de las portadas, de las guías de viajes y de los miles y miles de artículos, fotografías, películas...que todos hemos visto sobre la ciudad más famosa del mundo, en el que habla de los tres tipos diferentes de gatos que viven en la ciudad, de tejados, de porteros y ascensoristas, de lo que ocurre en sus calles un día de lluvia...tomando como partida esto, como digo, anoté otra cita en uno de los museos de Madrid, que engarzan a la perfección con esto. Desde el 10 de Junio en el Reina Sofía, se abre la exposición “Manhattan, uso mixto. Fotografía y otras prácticas artísticas desde 1970 al presente”, una muestra fotográfica que se inicia en el comienzo de los años 70 y recorre la ciudad enfocando, durante unos instantes, los ángulos, los momentos, los rostros y bordillos, más anónimos de esos años. Durante los años setenta, esos años de la desindustrialización de la ciudad, de los pasos previos al circo absurdo y aparentemente sin límites que vino en los ochenta, la fotografía de algunos artistas consiguió dejarnos muestras de lo que se escondía de los brillos y los estrenos que maravillaban ya entonces al resto del mundo. Algunos fotógrafos siguieron esa línea y mostraron esa misma cara oculta de la ciudad más desnuda ante el mundo, durante los ochenta y los noventa, e incluso se puede ver alguna muestra de estos últimos años, pero sigue manteniéndose, por encima de esos elementos que subyacen casi en cada una de las fotografías o montajes, ese criterio que a algunos nos atrae especialmente, los resortes y recodos que esconden las cosas, las personas, los espectáculos o simplemente las ciudades, lo que forma parte intrínseca de ellas, pero que nadie conoce, o al menos, nadie parece percibir entre tanto brillo, foco, portadas y glamour, como cuenta Talese en su libro, el ruido que hacen las planchas de metal del puente de George Washington cuando un coche pasa a toda velocidad sobre ellas, o el modo en que las palomas se adueñan de la ciudad durante veinte o treinta minutos cada día, durante los cuales no hay nadie más con capacidad de comerse las aceras y el asfalto y estos animales parecen ser los únicos que saben adueñarse plenamente de las verjas, los tejados, los arrullos que doblan las esquinas a través del aire que han dejado huérfano los últimos borrachos en retirarse, las prostitutas y los trompetistas que han acabado sus actuaciones en lugares llenos de humo y de sueños teñidos de un amarillo ocre que no acaba de encontrar el lugar que buscaban años atrás, un aire que todavía no ha encontrado el abrazo de los trabajadores más madrugadores que caminan en silencio hosco hasta las bocas de metro, el ruido de los taxis o de los tacones que buscarán con determinación sacada de algún lugar remoto, los portalones enormes de un rascacielos donde se esconde una promesa huidiza y transparente, el olor de los puestos ambulantes y el sonido mecánico y artificial de las miles de conversaciones de cualquier ser anónimo que camine dentro de un rato por esas mismas aceras.

Es una forma como otra cualquiera de meterse hasta el cuello en este verano, las palabras de Talese y las fotografías deliciosas del Manhattan de los setenta, una forma como otra cualquiera de evocar dentro de la imaginación de cada uno, un buen puñado de sensaciones tan reales o inventadas como la vida de cualquiera, de esos personajes que pasan media vida bajo focos, brillos, portadas y noticiarios, o de aquellos otros que construyen uno de los puentes más famosos del mundo, escriben esquelas en el periódico más conocido en cualquier parte, o pasan miles de horas al año en la puerta del edificio más reconocido por cualquiera en algún lugar del planeta.

Resonando: Letting the cables sleep_Bush


* Fotografía: Peter Hujar_NY downtown in 1976