Hay días en que aunque no quieras aguantas con demasiada solvencia la seriedad acomodada en las comisuras de los labios. Vas superando obstáculos leves y alguno retorcido con diligente derroche de asepsia, aunque son de esos que al final del día tampoco tienen ninguna importancia, sólo (aunque no es poco) te dan de comer. Quizá un par o tres, terriblemente acostumbrados a los juegos de palabras absurdos que se suceden como los fuegos artificiales, sin medida ni control aparente, reconocen la cadencia mimetizada y encuentran la forma de preguntar sin utilizar signos de interrogación.
A veces, la ventaja que algunos intuyen mientras un ascensor te hunde en las entrañas de un bloque de piedra muy moderno, no es tal, es una excusa a la que ellos se agarrarían ardiendo para empezar de cero en la otra punta del mundo.
Y ese mismo tipo, quizá porque no acaba de entenderlo muy bien, sonríe con cierta amargura agradecida cuando se queda parado entre columnas y cemento mientras me giro y dejo caer algunas palabras, que no son para él, quizá sean simplemente para mí, para que me sigan mientras camino hasta el coche.
No lo sé. Yo no necesito empezar de cero sobre ninguna desolación, mis desolaciones se fueron por su camino. Ni siquiera he dado una vuelta completa a nada. Me perdí durante mucho tiempo, por eso ahora llego tarde a los sitios. Si voy para allá, será para continuar urbanizando mis arrabales o el centro de mi ciudad, pero no busco tesoros a estas alturas que me resarzan de nada, y mucho menos a tantos miles de kilómetros de aquí.
A veces, algunas noches, mientras se escucha girar el tambor de la lavadora acompasada y mansamente y leves tintineos de los vasos ordenándose en el armario, es sencillo pensar que las comisuras de los labios tienen una cualidad especial para detectar el lugar que ocupa cada cosa.
Resonando: Best friends_The Perishers
A veces, la ventaja que algunos intuyen mientras un ascensor te hunde en las entrañas de un bloque de piedra muy moderno, no es tal, es una excusa a la que ellos se agarrarían ardiendo para empezar de cero en la otra punta del mundo.
Y ese mismo tipo, quizá porque no acaba de entenderlo muy bien, sonríe con cierta amargura agradecida cuando se queda parado entre columnas y cemento mientras me giro y dejo caer algunas palabras, que no son para él, quizá sean simplemente para mí, para que me sigan mientras camino hasta el coche.
No lo sé. Yo no necesito empezar de cero sobre ninguna desolación, mis desolaciones se fueron por su camino. Ni siquiera he dado una vuelta completa a nada. Me perdí durante mucho tiempo, por eso ahora llego tarde a los sitios. Si voy para allá, será para continuar urbanizando mis arrabales o el centro de mi ciudad, pero no busco tesoros a estas alturas que me resarzan de nada, y mucho menos a tantos miles de kilómetros de aquí.
A veces, algunas noches, mientras se escucha girar el tambor de la lavadora acompasada y mansamente y leves tintineos de los vasos ordenándose en el armario, es sencillo pensar que las comisuras de los labios tienen una cualidad especial para detectar el lugar que ocupa cada cosa.
Resonando: Best friends_The Perishers