29 enero 2008

El lugar de cada cosa

Hay días en que aunque no quieras aguantas con demasiada solvencia la seriedad acomodada en las comisuras de los labios. Vas superando obstáculos leves y alguno retorcido con diligente derroche de asepsia, aunque son de esos que al final del día tampoco tienen ninguna importancia, sólo (aunque no es poco) te dan de comer. Quizá un par o tres, terriblemente acostumbrados a los juegos de palabras absurdos que se suceden como los fuegos artificiales, sin medida ni control aparente, reconocen la cadencia mimetizada y encuentran la forma de preguntar sin utilizar signos de interrogación.

A veces, la ventaja que algunos intuyen mientras un ascensor te hunde en las entrañas de un bloque de piedra muy moderno, no es tal, es una excusa a la que ellos se agarrarían ardiendo para empezar de cero en la otra punta del mundo.

Y ese mismo tipo, quizá porque no acaba de entenderlo muy bien, sonríe con cierta amargura agradecida cuando se queda parado entre columnas y cemento mientras me giro y dejo caer algunas palabras, que no son para él, quizá sean simplemente para mí, para que me sigan mientras camino hasta el coche.

No lo sé. Yo no necesito empezar de cero sobre ninguna desolación, mis desolaciones se fueron por su camino. Ni siquiera he dado una vuelta completa a nada. Me perdí durante mucho tiempo, por eso ahora llego tarde a los sitios. Si voy para allá, será para continuar urbanizando mis arrabales o el centro de mi ciudad, pero no busco tesoros a estas alturas que me resarzan de nada, y mucho menos a tantos miles de kilómetros de aquí.

A veces, algunas noches, mientras se escucha girar el tambor de la lavadora acompasada y mansamente y leves tintineos de los vasos ordenándose en el armario, es sencillo pensar que las comisuras de los labios tienen una cualidad especial para detectar el lugar que ocupa cada cosa.

Resonando: Best friends_The Perishers

4 comentarios:

NEBET-HET dijo...

Como te envidio, mis desolaciones siguen conmigo, y aunque aveces quiero correr me atrapan y me cortan el paso para que no huya, y mi sonrisa es como la describiste, una sonrisa amarga.

¡¡Enseñame la formula para dejarlas atras!!

Besitos

Naty dijo...

"mis desolaciones se fueron por su camino"... Pero extrañamente de vez en cuando las echo de menos... No tiene sentido, pero eso tampoco importa demasiado... Saluditos ;)

Iraultza dijo...

Nebet: no hay ni manuales ni papers, ni siquiera academias, uno procura mancharse todo lo necesario mientras es preciso, y luego, cuando ya no es ni necesario ni es bienvenido, pues sigue su propio camino, que no está nada mal. Besos.

Naty: que se fuesen por su camino no significa que se ahogasen al final del mundo, a veces es simplemente que giraron la esquina de tu calle. ;-).

Nenita dijo...

Bueno, quizás no todos tenemos la misma manera de desprendernos de nuestras desolaciones, pero la tuya podría ser una manera cruda y sin vendas... por eso no me extraña que las excusas ardiendo de otros te quemen. Pero amigo, quién no las buscó alguna vez?

Las comisuras de los labios,por supuesto, son sabias.

Besosssss