25 abril 2010

Todas las estaciones de tu estómago


Como el chocolate caliente que se derrama espeso y lento sobre la piel acalorada con el sol y refrescada lentamente con una ducha fría horas después, igual que una habitación en penumbra en mitad de una madrugada a la que se llega después de demasiados veranos indolentes sin unos labios que llevarse a la boca, o como una calle con dos farolas mentirosas que esconden entre la penumbra el comienzo de una tormenta difícil de digerir. Así son determinadas canciones espesas y reconfortantes, cuando las cazas al vuelo en algún sitio y te quedas con dos estrofas un invierno cualquiera en mitad de ninguna parte, y parecen quedarse descansando en tu memoria como si tal cosa, para volver, varios años después, al borde de tus labios, mientras alguien a quien hacía mucho que no veías, te redescubre la mejor manera de llevar unos vaqueros.

El soul más delirantemente cálido tiene la cualidad de poder formar parte de la noche más letárgica de un verano indefenso, o de la madrugada más íntima de uno de estos inviernos preferidos que están por llegar. Cuaja del mismo modo con el sonido de fondo de las olas rompiendo en una playa desconocida que no volverás a pisar mientras el sol permanezca suspendido en su telaraña que con el delicado sonido que suele hacer la ropa interior en las habitaciones donde se juega a la ruleta rusa con los botones de los pantalones, forma parte indisoluble de una baño lento y suave que se remansa en los costados que recorren los dedos contrarios, o de un combinado espumoso mientras el roce de dos piernas al cruzarse emiten melodías que sólo el oído más avezado en sus sinfonía puede escuchar con claridad.

Hay voces pergeñadas para convertir la extensa comarca que comprenden dos orgasmos, en un universo donde habitan las formas redondeadas que eres capaz de reconocer con los ojos cerrados y recuperar lo que nunca supiste dónde se quedó aparcado.

Hay melodías con la suficiente cadencia gelatinosa como para acompañarte a algún lugar al que no supiste cómo llegar y en el que sin embargo, al descubrirte allí, supiste que era donde te esperaban desde siempre. Porque hay canciones que son capaces de contener todas las estaciones que sabe descifrar tu estómago.

Resonando: 100 days, 100 nights_Sharon Jones & The Dap-kings


* Fotografía: Peter Zander

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