15 agosto 2010

Mucho más pequeño


Ocurre en muchas situaciones, pero quizá la más precisa, tangible podamos sentirla cuando volvemos a leer algo que en su momento nos abrió la imaginación y nos tuvo enganchados a las páginas durante varios días o semanas. A veces, con esa casualidad almibarada por tantas y tantas sobadas frases de las que consumimos sin darnos demasiada cuenta, volvemos a abrir las páginas de un libro que leímos cuando apenas empezábamos a vislumbrar lo que podemos haber llegado a ser hoy, o quizá pasado mañana, y nos damos cuenta casi de inmediato de que hay algo que no encaja, como si al empezar a adentrarnos de nuevo en esa historia, en los mismos pasillos que imaginamos entonces, las cosas fuesen de distinto tamaño, tuviesen otro olor o incluso los colores pareciesen haber mutado en tonos completamente distintos. Es una sensación casi parecida a volver a un lugar donde no regresábamos desde que éramos pequeños, y de repente, al volver a pisar la estancia, todo nos parece mucho más pequeño a como lo recordábamos.
Con las historias que leímos y a las que volvemos pasado mucho tiempo, sucede algo parecido. En aquel momento construyeron en nuestra imaginación algunos palacios, o adornaron habitaciones vacías hasta entonces, o quizá simplemente le dotaron de entidad a una playa donde varaba un enorme navío o a una vereda junto a un río azaroso que otra novela ya había bosquejado entre otras brumas. Nos transformaron la pituitaria, las glándulas salivares y las terminaciones nerviosas durante las tardes perezosas en que buscábamos excusas para no ponernos delante del cuaderno, las noches calurosas en que el asfalto recalentado no nos dejaba pegar ojo y las hormonas convertían cada madrugada en una fiesta de azotea, o en las mañanas extremadamente alargadas entre las mesas funcionales que formaban la pequeña libertad de algún momento preciso en que nos dejaban estar solos durante unas cuantas horas.

Por eso, aquello que imaginamos y nuestra precaria memoria manipuló lo suficiente como para sedimentarse en ella durante mucho tiempo, parece muy diferente cuando volvemos a ello no a través de nuestro propio recuerdo, sino con el artificioso mecanismo que entonces lo arrancó todo, volviendo a abrir las mismas páginas algo amarillentas por el tiempo, de aquella novela. Pero si conseguimos preverlo levemente desde el inicio, esa nueva aventura, ese baño incandescente en aquel armario de entonces, en aquellas cajas llenas de cómics o en la manta de sofá que robábamos un rato para llevárnosla a la cama a esas siesta eternas que no acababan nunca más que con el sonido amortiguado de una vespino reconocible entre miles y la sonrisa de la temporada de nuestra vida al otro lado de la acera, y nos adentramos con cuidado, sin pretender romper nada, sino añadir, recrear, volver a paladear unos minutos de un sonido que se guardaba sin querer en nuestro recuerdo, de una temperatura demasiado baja que durante varias noches parecía no importar, o una prenda de ropa que cruzó demasiados años añorando el tacto de una sola noche, entonces, volver a determinados libros, a determinados cómics y a determinadas novelas, puede convertirse en el plan perfecto de una tarde cualquiera donde los relojes parecen haberse detenido en aquella arboleda sin destino, y en el tacto de una noche que nunca acabó aunque apenas hubo comenzado.

Resonando: Close to you_L.A.

* Fotografía: Don Farrall

2 comentarios:

Unknown dijo...

En muchas ocasiones reencontrarse con una historia después de tiempo (también incluyo a tu lista revisar una película que hace montones de años que no ves) es como reencontrarte contigo mismo, y al tiempo darte cuenta desde una perspectiva completamente extraña cómo hay aspectos de ti que han evolucionado extraordinariamente, mientras que otros aspectos continúan indemnes a los años y a los gustos.
Por nada en el mundo me gustaría regresar a mi infancia ni a mi primera juventud, excepto para poder disfrutar de ciertas historias por primera vez, y saborearlas con el gusto que tiene lo nuevo e inesperado.

Iraultza dijo...

Discrepo, qué raro no? (;-)), no volvería tampoco, pero tampoco quisiera saborearlas por primera vez, porque el cuándo nos sirvió para hacernos, cada una en su pequeña proporción, lo que somos ahora, y revisitarlas , contando con la información de lo que fui, me hace aprender un poco más de lo que soy, que a veces, no se parece en nada a aquel tipo que en ocasiones me parece un extraño, y en otras no le comprendo. En cualquier caso, a veces, cuando retomas un libro, una película como tú dices, se genera sin saberlo anticipar del todo, peculiares reuniones psicóticas y multitudinarias en las que solo estás tú, y eso tiene su encanto.