01 febrero 2009

Intimidad

Como ocurre en ocasiones, se suceden, sin saber muy bien porqué, pequeños detalles que coinciden en una misma idea, en una misma referencia, en un breve destello de algo que se queda rondando en tu cabeza días y días, que revolotea cada poco alrededor de tus labios o tus ojos. Y en ocasiones, esa misma idea, destello, detalle, llámese como se quiera, se engarza con algo, y su asociación se hace contingente hasta convertirse en imprescindible, de modo que no se puede hacer revolotear esa idea original, sin su preceptiva asociación azarosa. 

Me lleva ocurriendo desde hace algunas semanas eso mismo, aunque no es la primera vez. La idea, el destello, es lo de menos, pero su asociación es graciosa, graciosa en el sentido menos exclusivo del término. Uno de esos primeros días en que esa idea empezaba a revolotearme en los labios o la cabeza, por casualidad, escuchaba una canción que no había escuchado hasta ese momento, pero sí la voz que sonaba, la reconocí con rapidez, porque es absolutamente inconfundible. Era Antony Hegarty. 

Hace años que le escuché por primera vez, me lo puso en una comida un amigo con el que comparto una buena parte de gustos musicales. Puso aquella canción y la dejó sonar, sin explicarme nada más, y lo primero que noté, fue la invisible intimidad que conseguía transmitir al cantar aquello. Luego mi amigo me explicó quién era aquel tipo extraño que había bajo aquella deliciosa voz que en ocasiones se acercaba tanto, tanto, a ciertos registros de otra maravilla, Nina Simone. Pasé muchos meses escuchando sus canciones cada poco tiempo, enganchándome a unas u otras, dependiendo de la época o de mis estados anímicos, a veces encontré, también por casualidad, como suele suceder casi siempre, alguna colaboración curiosa con algún otro grupo (si no recuerdo mal, hay alguna duermevela de hace unos meses donde resonaba él cantando con CocoRosie una versión deliciosa de una canción original de las hermanas, cuya historia tiene su punto curioso).

Desde hace unas cuantas semanas, como decía al principio, Antony Hegarty se ha ido asociando a mis ideas revoloteantes con suma facilidad. Escuché una de sus nuevas canciones por casualidad un mediodía de principios de año, en el podcast de uno de mis programas de radio favoritos fueron presentando el nuevo disco durante una semana, hace unos días una amiga me puso una canción suya para que la escuchase, sin saber que ya le conocía, y ayer, en un suplemento de un periódico, venía en portada una entrevista con él. Y siempre, cada vez que le escucho, vuelve a titilar en mi mente esa idea todavía demasiado poco perfilada con que le asocio, y se ensimisma en la corriente absolutamente íntima y solitaria que consigue hacerme construir su música, y especialmente esta canción que dejo, como siempre, equilibrando alguna de las patas de la duermevela, para que no cojeen.

Resonando: Dust and Water_Antony and the Johnsons

2 comentarios:

Tita dijo...

Y anoche hablaba con un amigo por el msn y sin avisar me pegó este enlace a modo regalo, ahora te lo pego yo a modo buenas noches.
http://www.youtube.com/watch?v=sVh3WQtx_pw&feature=related

Seguro que alguna vez te he escrito que me gustan las casualidades, hoy me repito.

te beso

Iraultza dijo...

Las casualidades, ay las casualidades...precisamente esa es la canción a la que me refería en el post, que resonó hace algunos meses en uno...jajaja, me gustó la casualidad. Besos casuales para ti linda.