11 diciembre 2011

Artesanalmente

Ya hemos escuchado muchas veces que soñar es gratis, y así lo es, por eso no podemos dejar de sucumbir a ello cuando se nos presenta la oportunidad de regocijarnos en algo que consigue descosernos del suelo. No importa el tamaño, la aventura, el universo o el color del sueño, siempre, cuando menos te lo esperas, hay un resorte escondido en algún lugar, que nuestros pies torpes lo rozan sin saber, y activan el mecanismo más perfecto que no se ha podido diseñar en el mundo real, el de los sueños de cada uno, ese artilugio invisible y frenético que tiene la textura y la forma que sólo uno mismo es capaz de imaginar, la dinámica de desplazamiento, la velocidad y el ritmo que nuestro propio motor de ilusiones es capaz de crear.

No importa, realmente, cuál es ese resorte, incluso difiere para cada uno de nosotros o en uno mismo a lo largo del tiempo. Ni siquiera, la mayoría de las veces, somos conscientes de haberlo pulsado hasta después, hasta que estamos viviendo por fin en ese universo, en esa burbuja incolora a simple vista, insonorizada en cada pulgada, desnuda de irrelevancias e impurezas, de esquinas que cortan y agujeros por los que se pierde el aire que respiramos los días impares, de cruces sin automóviles ni paradas de autobús, sin atascos de madrugada o aeropuertos sin terminales de llegada, sin bares con tragaperras ni casinos donde nunca sale verde, sin ministerios ni púlpitos, ni saques de esquina ni titulares sin voz ni sentido, sin errores con sabor industrial ni fugas masivas de capitales que no tienen provincias ni estados.

No importan los colores de la pintura que elegimos para todas las paredes del universo, ni las vistas que ofrecen los enormes ventanales de la burbuja donde habitamos cuando el otoño se ha refugiado en datos macroeconómicos y Consejos con políticos que nadie necesita ni saben masticar en silencio. No importan las canciones que los labios son capaces de tararear cuando pulsas el interruptor de la luz que alumbra las habitaciones donde sólo vive Súper Ratón, sólo importa dotar de realidad esa atmósfera, para que cada mañana, al despertarse, uno sepa que cada vez, su universo, es más reversible, y funciona en el haz, el día a día y sus puñeteros chistes sin gracia, y en el envés, donde los sueños, a veces, se pueden construir artesanalmente a cuatro manos, y suman mucho más que dos sueños hechos con dos manos cada uno.

Resonando:At home_Crystal Fighters

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