14 octubre 2007

A ninguna parte

- ¿Y si rebuscase entre las costuras de tu ropa interior encontraría nidos de avispas?

No me contestaste, solo reiste, con esa carcajada de tercera copa que a veces encontrabas incluso mucho antes de abrir los bares, o cerrarlos, que para ti era lo mismo, una forma de pausar el mundo.

Así que te cogí del brazo y te llevé al centro de aquel lugar, entre el vaho que emanaban los corazones de segunda mano de aquellas horas y te dije que no dejases de mirarme a los ojos, que sólo me mirases a mí. Si, ya ves, me dio aquel ataque absurdo de alfombras rojas y flashes y lo único que me importaba eras tú, así que recorrí los extrarradios de tus labios con mis dedos y dejé que terminaras de reir, para pedirte la cuarta copa, que ya anunciaba una vuelta a la ordinaria pleitesía de tus palabras paternalistas en mis oídos ausentes, que cuando me hablababas así, buscaban refugio en el sonido que hacían las desganas de perder el tiempo sobre la barra de madera de aquel sitio.

Hice aquel gesto que sabía que te molestaba tanto, para recordarte que los lunes laborables no me gustaban nunca, sólo los había conseguido tolerar cuando me vacunaba las madrugadas del domingo con tus rizos en mi abdomen y tu sueño profundo jugando un duelo a muerte con la luz de las farolas, y le diste el sorbo que te faltaba para reconocerte huidiza y deseando una cosa.

Giré la cabeza sin querer un instante, lo justo para que al volver a mirarte ya tuvieses en los ojos aquella forma extraña de decirme adiós. Cogí el abrigo de una percha que había dejado de sonreir y no me volví para verte otra vez, ya sabía que habías acabado tu cuarta copa y empezabas a preguntar que cuándo cerraban aquel sitio, a quien quisiera responderte.

De camino a ninguna parte pensé que los errores nos pasan para que aprendamos alguna vez, y que inevitablemente, algunos, no somos capaces de aprender nunca, lo mismo que el dolor, que duele para decirte algo, y sin embargo a veces ni siquiera le escuchas, sólo le dejas doler. Cuando llegué a ninguna parte, como no podía ser menos, estaba cerrada, así que tuve que volver a dar otra vuelta.


Resonando: Harder, better, faster, stronger_Daft Punk

3 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

A esas horas es imposible refugiarse y quedar lejos de los errores, de las dudas y del nudo en la garganta que te hace paladear, una y otra vez, la humedad de algunas noches.

Y de los errores siempre se aprende, solo que a veces aprendemos poco ;)

vega dijo...

uy, vuelvo y las duermevelas son azules... qué cambio.
redecoras tu vida??
besos azules, verdosos o del color que los prefieras...

Iraultza dijo...

Sherezade: a esas horas, y en determinadas compañías, es mejor salir en dirección a ninguna parte, aunque luego te la encuentres cerrada.(No estoy yo muy de acuerdo con que de los errores siemrpe se aprende, seré un poco zote con algunos errores).

Vega: más que redecorar, ando entre el pincel y la brocha, y una frase que alguien me dijo el sábado por la noche (y que hacía mucho que no me decían). Besos del color de los días sin prisa.