14 enero 2007

Vals

Era un fiesta maravillosa. Las arañas colgando de los techos, cientos de personas charlando suavemente al sabor de una copa de vino, mujeres y hombres recogidos en un gran palacio del siglo XIV, casi refugiados frente al frío del exterior, frente a la realidad, al miedo o los malos hábitos, frente a la cotidianeidad.

Vagabundeé unos minutos por los gigantescos salones engalanados para la ocasión, con múltiples luces de distintos colores adornando pequeños rincones, pero todas las que iluminaban realmente las estancias eran del color del champaña, tiñendo aquellos majestuosos salones de un brillo vibrante, álgido, divertido.

La vi al fondo de una de aquellas estancias magníficas, con su copa de vino en la mano, y su mirada perdida, tenía la sonrisa colgando con fragilidad de sus labios. Me detuve en el extremo opuesto, para intentar retener aquellos ojos en mi retina, unos minutos más, mientras distraidamente apoyaba su mirada en uno u otro objeto, en un hombre alto, en una mujer esbelta, en una bandeja de plata...

Comenzaba a sonar la Jazz Suite de Shostakovich cuando me acerqué a su hombro desnudo, que su sensual vestido burdeos dejaba al descubierto.
- ¿Pasas por la vida con esa mirada siempre?Los objetos, y nosotros, pobres mortales, deberíamos agradecer que aunque fuese durante unos segundos, esa mirada nos otorgase el premio de apoyarse en nosotros.

Giró levemente su rostro, no del todo, simplemente para hacerse escuchar mejor.

- La mirada revolotea como una avispa, todo el tiempo, sin descanso, a veces con más energía, a veces como dejándola descansar. No importa qué miro, sino cómo lo miro, y eso ni siquiera podrías descubrirlo aunque nos conociésemos de toda la vida.

Sonreí al escucharla. Su voz se desleía con un tacto delicioso, como un almohadón de plumas cálido.

- Si nos conociésemos de toda la vida, no te habría permitido estar sin bailar este bello vals, algo tan maravilloso debe bailarse siempre. Pero deberías tener en cuenta que de haberlo bailado conmigo, el resto de tu vida también la habrías pasado conmigo, porque esos minutos que dura el vals los habría dedicado a obtener una deuda perpetua de tus ojos conmigo.

Soltó una delicada carcajada, aunque seguía sin mirarme directamente, simplemente giraba con mucho cuidado su cabeza cada vez que me hablaba.
- Hace más de diez minutos que es tu mirada la que tiene una deuda perpetua conmigo. Desde que has comenzado a observarme desde el otro extremo de la sala. Sonaría muy petulante por tu parte venir a darle la vuelta a la tortilla.

Le agarré por la cintura con absoluta suavidad, ella se dejaba llevar, girándola para ponerla finalmente frente a mí y comenzando a bailar el vals de Shostakovich.
- Por fin me miras directamente, hasta ahora no lo habías hecho.

Volvió a colgar su sonrisa engendradora de brillo en sus labios.
- Si no te hubiese mirado, ni siquiera te habrías acercado a mí. Ahora, finalmente, has vencido el miedo que tienes desde que me has visto. Hace varios minutos que te estaba esperando, ahora bailemos, tenemos toda una vida por delante de deudas perpetuas.

Resonando: Jazz Suite_Shostakovich.

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